Novela ligera Nox. Cap.4 Baile sangriento


Hola a todos, aquí David A-Gato trayendoles el siguiente capítulo de NOX.


Capítulo IV

Baile Sangriento.




La semana pasó tranquilamente, en el día de Venus Jean decidió regresar con el Maestro Herrero, se encaminó hasta la base de la montaña.

En esta ocasión después de tocar el timbre del recibidor, el hombre de mediana edad lo atendió.

-Oh, eres tú, espera ya tengo listas tus cosas-.

El herrero fue a la parte de atrás de su tienda y trajo varios artículos en dos viajes.

-¿Qué te parece?-. El hombre preguntó con aire confidente.

- Se ven muy bien, parecen nuevas-. El joven examinaba una espada que sacó de su vaina, se veía bastante afilada y desprendía un leve brillo.

-No sólo las reparé, también las pulí y limpié. El servició que doy es el mejor de toda la isla-. El herrero inflaba el pecho orgulloso.

-Estoy satisfecho, ahora ¿Me podría llevar a las bóvedas?-.

-Claro, sígueme-.

El hombre de mediana edad salió del lugar seguido por Jean, caminaron un tramo de algunos metros hasta atrás de la herrería, ahí había una cueva al pie de la montaña custodiada por dos gigantescas estatuas.

Cuando llegaron el hombre anunció con fuerte voz:

-Vengo a ver un asunto de las bóvedas, este joven viene conmigo-.

Las estatúas de metal bajaron de su pedestal y empujaron la gran puerta de la entrada, se hicieron a un lado para dejarlos pasar.

Cuando estuvieron adentro Jean quedó impresionado, todo el lugar estaba iluminado por el mismo mineral de los laberintos, pero lo más importante era que habían muchas “personas” dentro, se trataba de autómatas hombres y mujeres de hojalata.

-Mi hermano y yo los construimos para que vigilaran este lugar y lo administraran, él construyó los planos y yo hice todo lo demás-.

Los autómatas estaban hechos de un metal plateado, su estatura era un poco más baja que la de un humano normal y si se ignoraba el ruido metálico que hacían, sus movimientos eran fluidos, incluso se podían ver los engranajes de su maquinaria interna, en el centro tenían una piedra que variaba de color de máquina a máquina.

-Están programados para cosas simples, pero para este tipo de actividad es más que suficiente.

-(Este hombre y su hermano tienen una increíble habilidad)-Jean veía con nuevos ojos al Maestro Herrero.

-¡Hey!, Número tres ven aquí, llévanos a la bóveda Z1-.

Un autómata masculino se acercó a ellos, pues su rostro era simpático.

-Bienvenido Amo, síganme es por aquí-. Con una voz mecánica les dio indicaciones. Guiados por Número tres llegaron a una pequeña cámara, el autómata abrió la puerta, dentro había varios estantes y bases para colocar armas y armaduras, el lugar estaba bastante arreglado.

-Fue limpiado y arreglado como nos ordenó Amo-.

-Buen trabajo-.

Jean empezó a sacar las cosas de su bolsa de piel y las acomodó en los estantes, terminado su trabajo salió de ahí.

-Cuando quieras venir a buscar algo solo muestra esta llave a los guardias, si no lo haces te aplastaran, además tienes que venir solo, a menos que las personas que te acompañen también tengan una llave.-. 
El herrero le dio una llave dorada.

-Entiendo-.

-Cada vez que vengas puedes llamar a Número tres para que te guíe aquí-.

-Debo declarar que estoy bastante impresionado por la calidad de sus servicios-. Jean felicitó al hombre.

- Jaja, ya sabes entonces, cuando vayas a hacer negocios primero ven conmigo-. El Maestro Herrero con una carcajada no dejó pasar la oportunidad de promocionar sus servicios.

Al salir del lugar, Jean se acordó que tenía algo muy importante que hacer, no tenía ropa adecuada para un baile, así que decidió ir al centro.

Después de entrar a varias tiendas y probarse varios trajes, decidió comprar uno de color blanco con adornos dorados, compuesto de una camisa con bordados sencillos, un pantalón y un saco largo, algo simple pero elegante, hubo tres razones que lo orillaron a esto:

Primero no sabía nada de moda.

Segundo se cansó de escuchar “no tenemos talla chica, a menos que quieras usar de niño”.

Tercero si era algo simple y blanco, podría decir que lo compró para combinar con el vestido de Laur.

Finalmente el día ansiado llegó, el baile no se realizaría en la Academia sino en una construcción que había funcionado como fuerte.

Fueron llevados en carruajes antes de la hora de inicio que sería a las 8:00 pm aproximadamente.

Jean se enteró que no era obligatorio ir en parejas, pero si era algo tradicional.

Acompañado de Laur entró en el edificio y se encontró con Liz y Lili que usaban vestidos del mismo color que su cabello.

-Se ven muy bien con esas ropas, de alguna manera…-. 

La señorita de cabello verde claro los elogió.

-¿En serió? Yo diría que Jean no tuvo imaginación-. Laur criticó en tono de broma a su pareja.

-Por favor no digas eso, me costó mucho trabajo encontrar un traje que me quedara-. El joven se quejó levemente.

-Habías dicho que lo compraste para que combinara con el mío-. La joven rubia tenía una gran sonrisa en su rostro.

-…Bueno en parte. ¿Qué opinas Lili?- Jean pidió el apoyo de su compañera de cabello azul claro.

-No me involucres en eso. Aunque si tuviera algo que decir hubieras elegido uno negro-. A pesar de sus palabras de negativa dio su opinión.

-Lo siento mucho-.

Los demás estudiantes veían con ojos llenos de odio al joven, al estar acompañado de tres hermosas señoritas, las mujeres no se quedaban atrás aunque sus comentarios eran positivos.

-No es para tanto, ¿qué les parece si paseamos por este lugar antes de que los profesores den el discurso inicial?-. Laur sugirió una forma de pasar el tiempo y evitar esas miradas.

Todos aceptaron, subieron el tercer piso del fuerte que estaba bien conservado, poseía cañones de guerra y grandes torretas en el segundo y tercer piso que lo hacían ver imponente, además estaba adornado con gárgolas de piedra y otras efigies.

-No sabía que la Academia tenía un lugar como éste-. 

Jean observaba sus alrededores, para proteger a los estudiantes la ciudad había enviado varios caballeros que se encontraban por todo el lugar.

-Te equivocas Nox, este es un lugar histórico, sólo fue prestado para este evento, le pertenece a la Ciudad Lux-. Lili corrigió a su compañero.

- Eso explica porque está bien conservado, sus paredes son bastante fuertes, me imagino que también sus cañones son funcionales-. El joven comentó distraídamente.

-Aunque esas viejas armas no son nada con las modernas, en mi país los cañones han evolucionado mucho-.

-Así que te gusta mucho la tecnología, Laur-.

-Algo así Liz, mi familia proviene de una línea de investigadores mágicos-.

-(Sí él te pudiera escuchar, estaría muy feliz)-. Jean observaba a la animada señorita hablar sobre las investigaciones mágicas, mientras recordaba el pasado.

-De donde vengo las personas confían más en los espíritus y su relación con la naturaleza. El país de los Druidas tiene la bendición y protección del Supremo Espíritu del Viento, así que casi no hemos necesitado inventar o desarrollar algo. -Liz también comentó algo sobre su país.

-Pero debe ser algo interesante descubrir nuevas cosas-. Añadió.

-En mi caso, la extensión de mi país es limitada, así que gracias a la tecnología desarrollada por el país de Laur, hemos conseguido cultivar y explotar los recursos naturales adecuadamente- Lili provenía del País Santo, un país pequeño, famoso por sus Caballeros Santos mejor conocidos como paladines y sus sanadores.

-Buenas Tardes-. La profesora Maeru las saludó.

Todos los presentes respondieron educadamente.

-Joven Nox ¿podrías bajar tu mano?- La Capitana tuvo un ligero tic en su párpado derecho al ver el saludo militar de Jean.

-Lo siento-.

-Necesito hablar con usted un momento, venga conmigo por favor-. Lo guió hasta un lugar alejado de las señoritas.

El joven notó que ella usaba el mismo uniforme tipo militar de la vez que se encontraron en la entrada del hospital., probablemente era un traje formal o de gala de donde venía.

-Sólo quiero informarte que la Ciudad ya está informada sobre esa secta y realizará un operativo el día de mañana al amanecer, para no interrumpir sus labores los caballeros pidieron que no nos involucremos. La Academia aceptó pero también se están preparando para lidiar con el asunto en caso de que ellos fracasen, por favor no hagas nada que comprometa la operación-.

-Si el Imperio está detrás no puedo quedarme con los brazos cruzados, pero no tengo el interés de hacerme enemigo de esta ciudad así que esperaré; sin embargo si fracasan será una historia totalmente distinta-. Jean respondió seriamente.

- Realmente me gustaría que te mantuvieras alejado totalmente, pero sé que no tengo el derecho, aceptaré esa respuesta por ahora. Entonces nos vemos después-. La Capitana Maeru se despidió con un rostro sombrío.

El joven regresó con sus compañeras, que estaban conversando animadamente.

Al verlo llegar lo abordaron inmediatamente y lo llenaron con preguntas.

-Jean dime por qué siempre saludas a la profesora Maeru de esa manera-. Laur fue la primera en cuestionarlo.

-Bueno, la razón es porque es una capitana-.

-¡Eso no explica nada!- Se quejó Lili.

-Así es, tú eres del Reinado de Ignis, así que no debería haber una razón para que te comportes así-. Liz expresó una razón muy válida.

Viendo que esa respuesta no les gustó, el joven decidió ser sincero. Suspiró profundamente y respondió.

-Tuve varios maestros y uno de ellos era un Coronel, me enseñó y entrenó de manera poca ortodoxa, me inculcó el respeto a los superiores, en resumen gracias a él, le tengo miedo a los militares-.

Ellas hicieron silencio unos momentos y se voltearon a ver unas a otras.

-Ja ja ja ja ja ja ja ja ja-. Las tres se rieron al unísono.

-¡Hey! Abrí mi corazón y sólo se burlan ¡Qué malvadas!-.

A pesar de su queja, las señoritas no dejaban de reír.

-Pero es que es tan divertido….me duele el estómago, jajaja-. Laur fue la única que logró hablar y después continuó riendo.

Luego de varios minutos se controlaron.

-Lo sentimos mucho, Nox-. Lili habló en nombre de las tres.

-Está bien no importa, pero no se lo digan a nadie por favor-.

-Mantendremos la boca cerrada no te preocupes-. Las tres damas prometieron no decir nada.

Poco antes de las diez, todos los estudiantes fueron reunidos en el segundo piso para el discurso inaugural, que fue dicho por el profesor Nirven.

-Señores y señoritas, no soy muy bueno con las palabras así que haré esto rápido. Bienvenidos a la Academia del Sol, donde vivirán momentos inolvidables, esfuércense en todo lo que hagan, para disfrutar su vida escolar al máximo. Ahora a bailar-.

Todos quedaron impresionados no por la brevedad de su discurso sino por escucharlo decir más de tres palabras. Unos segundos después los aplausos reverberaron por todo el lugar.

Cuando la orquesta comenzó a tocar, Laur jaló a Jean al centro para bailar.

-¿Estuviste practicando como te dije?-.

-Todos los días-.

-No sé si creerte, de todos modos sigue mi ritmo-. La señorita ordenó y tomó la iniciativa.

-(Uno, dos, tres, uno, dos, tres)- Jean visualizaba los 
pasos en su mente.

Varias parejas se les unieron, el joven se alegró de no ser el centro de atención.

-¿Qué te parece si bailas con Lili y luego con Liz? 

Necesito descansar un momento-.

Después de varias piezas Laur le sugirió a Jean, pues 
sus otras dos compañeras habían venido solas.

-Está bien-.

El joven camino hacia la mesa donde estaban sentadas las señoritas.

-¿Les gustaría bailar conmigo?-.

-Desde luego que sí-.

-Por supuesto-.

-Ve tú primero Lili, luego me toca a mí-.

Las dos señoritas realmente eran populares, pero habían rechazado todas las invitaciones que les hacían los estudiantes varones, por una razón que únicamente ellas conocían.

Cuando Jean tomó la mano de la señorita con cabello aquamarino, repentinamente hubo un temblor y a pesar de que afuera se podía ver la luna llena, el cielo se oscureció totalmente.

Los problemas habían comenzado.

El joven corrió hacia el amplió balcón y pudo ver que los caballeros conjuraron esferas de fuego y prendieron antorchas para iluminar sus alrededores.
Observando atentamente, Jean pudo notar que del bosque alrededor del fuerte empezaron a salir creaturas que no deberían estar en este plano, perros inmensos con ojos de fuego, de pelaje negro y grandes zarpas, conocidos como sabuesos del infierno.

Pero no sólo ellos, también caballos negros con crines y cola de fuego, caminando en sus patas traseras, que comenzaron a atacar a los caballeros relinchando a todo pulmón.

Antes que pudiera examinar más detalladamente, el ruido de otras personas que igual se encontraban en el balcón hizo que desviara su atención.

-¡¿Allá arriba qué rayos es eso?!-.

Varios estudiantes señalaban el cielo, una inmensa 
parvada de pájaros se acercaban a toda velocidad.

-¡Aléjense, que todos los estudiantes entren al edificio! Esas cosas son Arpías y son mortales, ¡Busquen refugio inmediatamente!- La profesora Seyd había perdido su usual aire despreocupado.

Jean pudo verlas claramente, cara de mujer con afilados colmillos, cuerpo de lechuza, y garras inmensas, su tamaño era inferior al de un adulto humano a pesar de eso su fuerza era innegable y en este caso eran más de cien.

-Maldición, tienen que ser esos desgraciados, se enteraron de la intención de los caballeros de acabar con ellos y adelantaron su plan, ¿pero por qué nos atacan a nosotros?-

La capitana Maeru se encontraban a lado del Joven Vizconde, el cual suprimió un increíble deseo de decirle ¡Te lo dije!.

-Tendré que ponerme serio en esta ocasión, Ignis Ferus- Al mismo tiempo que Jean pronunciaba esas palabras el color de su cabello, cejas, pestañas, ojos, ropa e inclusive sus uñas se tiñeron de rojo; fuego fluía de todo su cuerpo, la transformación tuvo lugar ante la mirada atónita de los demás.

Creando un arco y flecha de fuego se colocó en medio del lugar.

-Señor del Sol y Soberano de todas las artes, te imploro tu ayuda para que la oscuridad no apague la Luz, para que la ignorancia de las bestias no alcance la sabiduría de los seres pensantes, bendice mis flechas pero que no erren el corazón de mis enemigos-.

Un bombardeo de flechas de fuego iluminó el cielo, inmediatamente alcanzando a la parvada, al ser atravesadas las Arpías soltaron gritos desgarradores, mientras se precipitaban hacia tierra ardiendo en llamas, ninguna flecha fue desperdiciada.

Las sobrevivientes que eran poco menos de la mitad se dispersaron.

-Capitana no tenemos mucho tiempo, vendrán más pronto, alguien abrió una puerta a las dimensiones infernales, esto no parará hasta que los detengamos-.

-Joven Nox ¿qué es lo que te pasó?-. La profesora Gray se acercó a verlo.

-Sólo liberé mi nombre mágico, pero ahora no es tiempo de hablar de eso, ¿Profesora puede sentir las alteraciones del flujo de energía de la tierra?-.

-Si puedo ¿Necesitas algo?-. La anciana mujer estuvo de acuerdo en que este no era el momento de hacer ese tipo de preguntas.

-Creo que alguien abrió una puerta infernal, necesito saber dónde para detener a los invocadores y cerrarla, si no esto no tendrá fin-.

-Entiendo, me tomará unos momentos-. La profesora se hincó en el suelo y colocó sus manos en la roca.

Abajo la pelea de los sabuesos y caballos contra los guardias había iniciado, llenando el aire con una cacofonía desagradable.

-¿Tienes pensado ir solo? Si es así no te dejaré-. La capitana Maeru quiso saber cuáles eran las intenciones del joven, el cual disparaba hacia los enemigos que se encontraban abajo, proveyendo apoyo a los caballeros.

-No te preocupes Maeru, Ter y yo iremos -. Los dos profesores de combate cuerpo a cuerpo y con armas, escucharon la conversación y se unieron al plan.

-Tú quédate aquí protegiendo a los estudiantes, llévalos a la biblioteca y guarécelos ahí-.

-Permítanme unirme profesores, no es la primera vez que me enfrento a este tipo de cosas-. Jean intentó conseguir el permiso de sus profesores temiendo que dijeran que solo era un estudiante y que no se involucrara.

-Puedes acompañarnos al fin y al cabo este es tu plan-. 

El profesor Teir le contestó, aparentemente confiaban en sus habilidades.

-Se encuentran a quinientos metros dentro del bosque, enfrente de este lugar-. La profesora Grey determinó la localización exacta de la alteración en el flujo de energía natural de la tierra.

Ter Weiss, Viler y Jean bajaron hacia el primer piso y se dirigieron hacia los jardines, donde se encontraba el campo de batalla.

El profesor Nirven se encontraba peleando en primera fila, sostenía una espada larga y estaba rodeado de ocho armaduras que sostenían mazos inmensos, dentro sus cascos huecos se podían ver ojos fantasmagóricos de color azul.

Los tres se acercaron a él.

-Iremos a cerrar la puerta infernal, Nirven protege el lugar mientras volvemos-.

-Entendido-.

Antes que continuaran su camino, un nuevo grito de parte de los caballeros llamó su atención, la situación empeoraba con cada momento.

Una horda de cadáveres putrefactos se arrastraban lentamente hacía el fuerte, vestidos con armaduras viejas y oxidadas, portando armas igual de deterioradas listos para unirse a la batalla.

Uno de ellos estaba cerca de un caballero el cual lo atacó, pero el no-muerto lo esquivó y contraatacó atravesando con su espada el cuerpo de su oponente.

-¡Santo cielo, son Draugrs!-.

La persona que se exaltó fue el profesor Nirven.

-Profesor, tenemos que invocar a una deidad relacionada con la muerte, si no todos morirán o peor serán transformados, hay que llamar a algún regente de la muerte para que nos ayude.- Jean sacó de su sorpresa al profesor.

-Sí, tienes razón en este caso es lo mejor que podemos hacer, regresaré al castillo para hacer el ritual-.

-Espere, recomiendo que invoque a Anubis por medio de su hija Qebehut- Jean creó una pequeña daga de su elemento y se cortó un mechón de cabello regresando este a su estado original, el cual le dio al profesor Nirven, ante la mirada de pregunta que le dirigió, él añadió- Si el tributo no es suficiente muéstrele esto, dígale favor por favor, pero sólo si es absolutamente necesario-.

Antes que el hombre pudiera preguntar algo, el joven se adentró en el bosque seguido de los profesores, quienes habían estado apoyando a los caballeros cercanos.

Jean conjuró su guadaña de fuego, aprovechando el alcance de su arma rápidamente cortó a dos Draugrs cercanos, los cuales no actuaban tan rápida ni violentamente si su objetivo no estaba tan cerca de ellos.

Dos sabuesos corrieron hacia él para atacarlo, cambió su arma a un arco y con perfecta puntería les atravesó el cráneo.

Por su parte el Maestro de Armas usando espadas dobles decapitó a dos Caballos Bipedos, mientras el Maestro de los Puños destrozó el cráneo de tres zombies guerreros.

-Será mejor usar los árboles para ahorrar tiempo-. El profesor Viler dio una útil sugerencia ya que la tierra estaba llena de monstruos.

-Entendido-.

Saltando de rama en rama llegaron rápidamente a su destino, alrededor de un círculo mágico había cinco magos ataviados con ropas negras, había una gran cantidad de piedras mágicas y animales sacrificados en medio de los conjuradores.

Se encontraban cantando maldiciones en idiomas antiguos.

Jean y sus dos compañeros se comunicaron con señas para decidir cómo atacar, a él le tocaría el mago de en medio.

Empuñando su guadaña de fuego y saltando desde el árbol en que se encontraba, por la espalda cortó a la mitad al conjurador sin dudar.

El profesor Viler y Ter Weiss también fueron exitosos en su ataque sorpresa acabando con lo vida de dos enemigos más.

-Ja ja ja, malnacidos- Uno de los hombres rasgando sus vestiduras empezó a aumentar su volumen corporal desproporcionadamente rompiendo sus ropas, hasta convertirse en una mole de más dos metros de alto con brazos largos que llegaban hasta el suelo, piernas cortas, abdomen inmenso y rostro de cerdo, todo su cuerpo emanaba un miasma negro-.

El inmenso cerdo empezó a atacarlos. Mientras su compañero huía.

-¡El miasma es venenoso, que no los toque!-. Jean les advirtió a los demás.

El profesor Viler le arrojó una inmensa piedra que el monstruo desvió con sus largos brazos.

-Si no lo podemos tocar, entonces ¿Qué sugieres?-.

- Si cubren su cuerpo o sus espadas con chi, podrían anular el miasma y atravesar su cuerpo-.

Ter Weiis y Jean se arrojaron al suelo evitando los largos apéndices de su enemigo.

Cambiando nuevamente a un arco empezó a bombardear con flechas al gigantesco puerco buscando dañar sus ojos, teniendo éxito destrozando el derecho.

Chillando por el dolor, el monstruo empezó a blandir sus brazos con dirección a Jean.

-Así es, ¡Ven aquí cerdito!-. El joven provocaba a su oponente y esquivaba sus fieros ataques.

A pesar de no poder caminar debido a sus pequeñas piernas, en un ataque de ira la bestia brincó logrando atrapar a Jean entre sus manos de largos dedos.

-Agh- Jean intentaba zafarse del fuerte agarre.

-Te aplastare y luego te comeré, ja ja ja-.

-Aghh, ¿No crees que estas olvidando algo asqueroso cerdo?- Con una maliciosa sonrisa el joven cuestionó a su adversario.

-¿Eh?-.

Un ruido sólido se escuchó, el profesor Viler atacó el cráneo del demonio el cual aturdido soltó su presa y antes de que pudiera moverse otra vez, el profesor Ter Weiss le cortó la cabeza de un tajo.

-Cuecui Ja ja- La cabeza decapitada seguía hablando-. Nosotros sólo éramos…. Cui, encargados de una puerta, hay más en otras partes de la ciudad…cui cui perdieron…-

Jean caminó hacía donde se encontraba y con un movimiento atravesó el cráneo con una lanza de fuego, hasta que se volvió cenizas.

-¿Qué rayos era esa cosa?-. Viler examinaba el cuerpo del puerco que todavía se convulsionaba-. -¿Es acaso un Troll?-.

-No, es un humano que realizó el Ritual del Diablo-.

-Eso es ¿Cierto?…-. Ter Weiss no podía creerlo.

-Sí lo es, si lo que dijo esa cosa es verdad hay que regresar inmediatamente, por lo que sé hay más como él en esta isla-. Sin perder tiempo Jean empezó a recitar un conjuro.

-Amado y bravo corcel que surcas el camino del sol, cuya ira de tu especie puede secar los mares y quemar los bosques, necesito tu veloz montura, dígnate en aparecer ante mí-.

Del suelo empezaron a emerger llamas y apareció un corcel puro de fuego.

-Oh, oh-. El joven tranquilizó al pura sangre, después lo montó.

-Me adelantaré-.

Despidiéndose de sus profesores se internó en el bosque.

Jean no invocó al corcel de fuego anteriormente para no alertar a los que habían abierto la puerta infernal, pero ahora era diferente, creando dos largas garrochas, embestía a toda creatura que se metía en su paso, pensando en que tenía que llegar rápidamente al fuerte.



Dentro del fuerte

-Los muertos ya no pueden entrar a este lugar ¡El profesor Nirven lo consiguió!-. El profesor Mckrin exclamó.

-Ataquen desde la distancia-. La capitana Maeru les daba órdenes a los caballeros, pues su líder había muerto y la cadena de mando se había roto.

Cada vez que ella blandía su espada, una ráfaga de viento cortante devoraba a sus enemigos.

-¿Cuánto tiempo más va a tardar profesor Mckrin?-. El hombre de la gran panza, se encontraba en medio del primer piso intentando sacar a la fortaleza de su letargo.

-La paciencia es una virtud. No falta mucho, ¡Ya está!-. 

Un ligero temblor retumbó en todo el fuerte, las defensas antiquísimas se activaron y renovaron gracias a este hombre.

-¡Qué algunos vayan a los otros pisos y disparen los cañones y torretas!-.

-¡Sigan disparando como si no hubiera un mañana, la energía espiritual acumulada en el fuerte después de tanto tiempo sin uso es inmensa!-.

Sin perder tiempo obedecieron a la mujer, con grandes estallidos, de los cañones salieron inmensas bolas de hielo abatiendo a los numerosos enemigos en la tierra, mientras de las torretas salían dagas de fuego en ráfagas sucesivas inundando el cielo nocturno e iluminándolo de carmesí.

-¡La puerta sur ha caído! ¡Los monstruos están entrando por ahí!-. Un guardia joven informó la situación en el otro frente.

Varias pesadillas y sabuesos infernales entraron y combatían con gran fiereza a los guardias.

Algunos pequeños demonios alados con aspecto reptiliano y de tamaño similar a las arpías entraron en grandes cantidades, llenando el primer piso.

-Retirada al segundo piso, nos reagruparemos arriba-. 

La capitana Maeru decidió abandonar el primer piso.

El profesor de magia creó una pared de hielo cortándoles el camino a los monstruos, permitiendo que todos pudiesen replegarse.

Al subir al siguiente nivel destruyeron las escaleras de roca y bloquearon el boquete con hielo sólido.

La situación en el segundo piso no era mejor, parvadas de arpías y de los demonios alados llenaban el lugar.

-¡Van Fey, Windwild, Sanctus! ¡¿Qué rayos hacen en este lugar?!-. Laur se encontraba manejando una torreta y disparando contra sus enemigos, mientras Lili y Liz la protegían, la primera usaba una espada que brillaba intensamente con una luz blanca y la otra estaba manteniendo un barrera de viento para que los enemigos no se les acercaran, el cadáver de un caballero se encontraba a sus pies, probablemente era el que estaba manejando la torreta antes.

La mujer de ojos grises se sorprendió al verlas, pues todos los estudiantes habían sido llevados a la biblioteca que se encontraba en el tercer piso, la profesora Gray y Seyd así como el profesor Claret se encontraban ahí-

-No pudimos irnos, nos quedamos atrapadas aquí usando la torreta-. Sanctus contestó superponiendo su voz a los estridentes lamentos de las arpías.

-¡Maldición!, ustedes tres releven a los estudiantes-.

Tres hombres corrieron hasta donde se encontraban las señoritas.

-Ahora todas vayan hasta el tercer piso a la biblioteca, este no es lugar para ustedes-.

Antes que pudieran seguir las indicaciones de la profesora, una gran ventisca de viento las empujó y derribó hacia el interior del castillo.

Un gran murciélago deforme con aspecto humanoide y un intenso olor a sangre se coló en el segundo piso volando casi a la altura del techo, de repente se abalanzó en picada sobre uno de los hombres y lo levantó arrojándolo hacia la pared.

-Profesor Mckrin, hay que encargarnos de esa cosa-. La joven mujer se colocó enfrente de sus alumnas para protegerlas blandiendo sus hojas dobles.

Dos arpías la atacaron de frente, arrojó una de sus espadas la cual atravesó el tórax de una, la otra intentó atacar su rostro con sus afiladas garras, ella la bloqueó con su otra arma, pero la fuerza la arrojó al suelo.
Su enemigo no desaprovechó la oportunidad e intentó rematarla durante el forcejeo, pero una de sus alas fue cortada por la espada blanca de Sanctus, enseguida Van Fey le disparó balas de fuego con sus dos revólveres de color rojo, asesinando a la bestia.

-Gracias, ahora no se separen de mí y estén atentas-.Ellas hicieron como se les dijo, manteniendo la misma formación anterior, Laur atacando, Liz defendiendo y Lili de soporte.

Del otro lado, el profesor de magia intentaba golpear con un rayo eléctrico que salía de sus manos al murciélago gigante sin poder impactarlo; sin embargo no era un esfuerzo del todo inútil, quemó a varias arpías y demonios alados que no eran tan rápidos como el murciélago, quien intentando deshacerse de su atacante volvió a agarrar a otro caballero y lo usó como arma contra el Maestro Mago.

El cual fue impactado por el cuerpo del hombre a pesar de su barrera, probablemente hizo débil sus defensas para que pudieran amortiguar la caída del caballero, en caso contrario hubiese sido lo mismo que si chocara contra una sólida pared de roca.

Viendo a las cuatro mujeres jóvenes, la bestia se abalanzó sobre ellas, leyendo su intención la capitana Maeru concentró chi en todo su cuerpo, un aura de
color blanco emanó de su pequeño ser, Liz también aumentó la fuerza de su barrera.

El choque fue violento y lamentablemente no lograron contener al monstruo, fueron arrojadas por la embestida hacia el balcón, recibieron varias contusiones al chocar contra el suelo.

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Jean por fin pudo ver el fuerte, el cual se encontraba rodeado por una gran cantidad de monstruos, los cuales ya habían tomado el primer piso,
afortunadamente los Draugrs no podían acercarse más, era como si una barrera invisible los mantuviera a raya.

También pudo observar que las defensas de la fortaleza se activaron, el ruido de los cañones y fuego de las torretas que alumbraba el cielo eran prueba de ello.

Sentado en su montura buscó la zona donde menos enemigos se concentraban y esquivándolos llegó a la base de la gran construcción, sin detenerse el corcel de fuego empezó a correr sobre las paredes subiendo en vertical hasta arriba en el tercer piso, después descendió con la intención de aterrizar en el amplió balcón del segundo piso, esto era posible debido a que se trataba de un espíritu que no estaba atado a las leyes de la gravedad.

Logró divisar a cuatro personas heridas que estaban a punto de ser atacadas por un monstruo alado de color negro que se encontraba parado enfrente de sus víctimas, desvaneciendo su montura se dejó caer, invocando su guadaña de fuego atravesó el cuerpo del murciélago gigante, que sólo tenía ojos para sus indefensas presas.

El demonio fue cortado a la mitad, agarrando las dos partes del cadáver, el joven las arrojó sin piedad de la fortaleza, después se acercó a la capitana Maeru y a sus compañeras para verificar su estado de salud.

-Nox ¿eres tú?-. La primera en preguntar fue la joven mujer de cabello gris.

-¿Se encuentran bien?-. Jean estaba preocupado.

Afortunadamente no tenían heridas que pusieran en peligro inmediato sus vidas y tampoco fueron contaminados por el miasma, sólo tenían contusiones y estaban un poco desorientadas.

-Capitana por favor escóltelas con los demás estudiantes-.

-Tú deberías ir con ellas, yo soy una profesora-.

-Ahora mismo todas están heridas, si se quedan sólo serán un lastre, así que únicamente lo repetiré una vez más, vayan a un lugar seguro-. Nelu conocía ese tono de voz lleno de ira y al mismo tiempo de preocupación.

-Confíe en mí, me encargaré de esto-. Añadió el joven.

-Vamos señoritas, busquemos un lugar para curar nuestras heridas-.

Antes de que sus compañeras pudieran decir algo Jean se dirigió a ellas.

-Luego hablamos, ahora vayan con la Capitana-.

Entendiendo la atmósfera, en silencio siguieron a la profesora Maeru.

Cubriendo su camino de retirada con flechas de fuego, las vio subir hasta que desparecieron de su vista.

-¡Ahora entonces no esperen que les muestre piedad alguna asquerosos demonios!-El fuego que emanaba de su cuerpo aumentó de intensidad tornándose carmesí.

Uno por uno derribó a sus enemigos, los cuales se convertían en cenizas antes de siquiera tocar el suelo.

Sin embargo no pudieron descansar, tres sujetos ataviados de negro entraron por los balcones, aparentemente treparon por las paredes y asesinaron a los caballeros encargados de las torretas y cañones.

-Es inútil resistirse, es mejor que dejen que los matemos de una vez-.

En esta ocasión, ninguno ocultaba su rostro, todos eran jóvenes adolescentes.

-Será mejor que se rindan y dejen que los matemos tranquilamente, ¡Frente a ustedes tienen a seres perfectos!-.

Uno de los tres jóvenes habló extasiado.

-Lo siento, pero no nos rendiremos ante ninguna basura como tú-. El joven vizconde respondió con desdén.

-¡No soy una basura! ¡Soy un Dios! ¡Observa el verdadero poder!-.

El cuerpo del enemigo se empezó a deformar y transformar, de igual forma como el cerdo que habían encontrado en el bosque.

En un parpadeo Jean se colocó enfrente del “Dios” y lo cortó desde el hombro derecho hasta la cadera izquierda.

-¿Eh?- Su enemigo no supo que pasó, las dos mitades se prendieron en llamas.

-En ese caso déjame ser el “Demonio”.- Jean se permitió dar rienda suelta a toda su ira, odio y sed de sangre.

Antes que los acompañantes del caído reaccionaran, con un movimiento amplio e imperceptible de su Hoz de fuego, de manera horizontal, dividió en dos sus cráneos y rostros a nivel de la nariz.

Los cuerpos caminaron unos pasos, perdieron el equilibrio cayendo al suelo.

La escena heló la sangre de sus aliados.

-Escuchen bien, los enemigos no son humanos aunque tengan esa apariencia, destrocen su cráneo o su corazón el cual está del lado derecho ¡Recuérdenlo si quieren vivir!-.

Ocurrieron dos explosiones, el hielo que cubría las escaleras que ahora estaban reparadas fue atravesado, entraron cerca de diez enemigos junto con otros monstruos, Jean percibió el olor característico de aquellos que se habían fusionado con los demonios.

Erigió dos barreras de fuego para reemplazar el hielo, evitando que entraran más bestias, creando dos pistolas de flamas disparó contra los esbirros, pesadillas y sabuesos infernales, mientras se movía de un lado a otro.

Uno de los intrusos se transformó en un sapo gigante, con su larga lengua atrapó a uno de los caballeros y lo devoró.

Regresando a su guadaña Jean corrió en dirección al monstruo, el cual repitió el mismo movimiento, pero en esta ocasión su lengua fue cercenada,
derramando sangre por todas partes, Jean saltó encima de su enemigo, pero este de igual manera con un gran saltó lo embistió.

Su arma atravesó el cerebro del anfibio, pero recibió de lleno el peso del grotesco ser cuando cayeron al suelo, rompiéndose varias costillas.

Quitándose el cuerpo de encima, se puso en posición de defensa observando los alrededores, varios se habían transformado en bestias horribles, con apariencia de topos, cabras y reptiles, sus aliados eran masacrados a un ritmo alarmante.

Eligió a los que todavía no habían completado su transformación y volvió a la pelea, localizó a una mujer de cuya cabeza empezaban a brotar dos cuernos y colocando su mano izquierda en el rostro de ella, soltó una bola de fuego en rango cero destrozándosela en el acto.

Un demonio con aspecto de cabra cargó contra él intentando embestirlo, moviéndose hacia un lado con su guadaña le cortó las piernas, la bestia giró varias veces antes de detenerse.

Aterrizando encima de la espalda de su oponente con un ruido sordo, Jean le rompió la columna y sin titubear separó su cabeza.

Antes que localizara un nuevo objetivo, un hilo blanco y pegajoso resistente a sus llamas lo envolvió jalándolo hacia arriba, volteó a ver al techo y encontró a una creatura con la parte superior de una mujer y la inferior de araña negra, al llegar donde estaba esa abominación, ella abrió ampliamente su boca mostrando varios colmillos filosos, dejando clara su intención.

Aprovechando esa acción, Jean soltó una llamarada de fuego desde su boca, la cual entró de lleno en el cuerpo de su oponente, la mujer araña soltando lastimeros gritos empezó a quemarse desde adentro, retorciéndose perdió su agarre y se precipitó hacia el suelo.

Mientras caía Jean aumentó la intensidad de sus llamas por segunda ocasión, las cuales se tornaron azules rompiendo sus ataduras, creando dos espadas de su elemento las arrojó hacia una de las bestias con apariencia de topo y descomunales garras, con las cuales destrozaba el cuerpo de los caballeros que intentaban atacarlo.

Las dos espadas perforaron el cráneo del monstruo, que dejó de moverse.

Los caballeros se hicieron cargo de dos demonios-humanos más, dejando sólo a tres restantes, sin embargo ya no se encontraban en el segundo piso.

-¡Al tercer piso! ¡Retrocedan todos al tercer piso!-El profesor Mckrin en algún punto había recobrado el conocimiento y empezado a pelear nuevamente, su cabellos y ojos habían cambiado a color blanco y de su cuerpo emanaban chispas eléctricas.

Quedaban muy pocos caballeros y las barreras de fuego de Jean ya se habían desvanecido, lo que permitió que más monstruos entraran en hordas.

Cuidando la retirada el joven y el profesor lanzaban ataques de larga distancia, de fuego y rayo, manteniendo alejados a los monstruos.

En el último piso la situación no era mejor, dos grandes monstruos estaban destrozando todo, uno tenía la apariencia de un gran simio negro de un solo ojo rojo, grandes colmillos disparejos que salían de su hocico; el otro tenía cabeza de lagarto, con un gran collar de piel alrededor de su cuello que se expandía haciéndolo ver amenazador y un cuerno en el centro de su frente, el resto del cuerpo era el de un reptil.

Atrás de ellos se encontraba el tercero, pero no se había transformado, seguía en su forma humana y no se movía sólo observaba desde su capucha que le cubría el rostro.

El profesor Nirven se encontraba herido contra la pared sosteniendo su abdomen, a su lado se encontraba la profesora Seyd auxiliándolo.

Tres golems de roca y dos armaduras vacías luchaban contra los monstruos mientras los caballeros rodeaban a los enemigos

-Profesor Mckrin, ¡Qué bueno que está aquí! Nirven fue herido-.

Jean también se acercó y sus temores fueron correctos, el profesor tenía una amplia herida de la que brotaba miasma negro.

El profesor de magia intentó aplicar magia curativa, la herida se cerró pero cuando se dejaba de aplicar la magia volvía a abrirse.

-No lo entiendo, parece una herida causada por un demonio, si tuviéramos agua bendita podríamos realizar una ceremonia de purificación y limpiar la herida-. El Maestro de la Magia intentó mantener la calma, por su parte el profesor Nirven se encontraba pálido y débil.

-Por favor permítanme ayudar-. Jean creó una daga de fuego púrpura.

Cuando el profesor Mckrin lo vio se hizo a un lado.

-Eso servirá mejor, apúrate antes de que la infección avance-.

El joven introdujo la navaja dentro de la herida, mientras la mujer elfo y el hombre sostenían al herido.

Después de unos segundos, el miasma negro desapareció y la profesora Seyd curó al profesor Nirven.

Jean se unió nuevamente a la pelea, empezó a combatir con el gorila de un ojo, el simio tenía un potente golpe, cada vez que sus puños alcanzaban a alguien este era arrojado y quedaba sin vida.

El gran simio intentó golpear al joven, pero él se arrojó a un lado esquivando sus puños, sin darse por vencido la bestia siguió azotando sus puños contra el suelo queriendo aplastarlo, Jean giraba de un lado a otro evadiendo los mortales ataques.

Un golem golpeó en el rostro al iracundo monstruo el cual retrocedió unos pasos, aprovechando la oportunidad Jean se levantó y alejó.

En represalia su enemigo destrozó a los tres golems y a las armaduras vacias, los restantes caballeros retrocedieron aterrados.

La profesora Seyd y el Profesor Mckrin peleaban contra el reptil con bolas de fuego, hielo y rayo.

Sin poder recibir apoyo Jean decidió terminar rápido con su oponente para minimizar los daños.

-Señor del rayo, confiere tu favor a este necesitado guerrero y bríndale un escudo que el mal no pueda penetrar ¡Égida!-.

En su brazo derecho apareció un escudo plateado con labrados de serpientes negras en su frente.
Portándolo se acercó al simio, el cual dejó caer sus dos brazos y puños sobre el joven, se escuchó un ruido sordo debido al impacto pero Jean resistió el
ataque y poniendo toda su fuerza empujó a su enemigo haciéndolo perder el balance momentáneamente, apartando a un lado el escudo, atacó con una lanza de fuego que penetró el inmenso ojo rojo de su enemigo atravesando su cráneo.

Ahora solo quedaban dos. El lagarto al ver a su enemigo caer dejó salir un chillido agudo, haciendo que todos se cubrieran los oídos, se abalanzó sobre el asesino de su compañero; sin embargo antes que pudiera atacar, un hombre de baja estatura se puso delante y con sus puños desnudos le golpeó en el abdomen, el reptil salió volando al lado contrario donde otro hombre con espadas dobles le esperaba, el cual le atravesó el tórax y levantó al monstruo arrojándolo hacia un lado.

El profesor Ter Weiss y Viler habían regresado en un buen momento, aunque su condición no era la mejor; estaban manchados en sangre y se podían ver heridas abiertas en todo su cuerpo.

Sólo uno faltaba.

-¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja!-El único humano-demonio faltante comenzó a reír descontroladamente.

-Si quieres que algo salga bien hay que hacerlo uno mismo-.

El joven se dirigió a Jean, era de tez blanca, ojos negros y cabello rubio, su rostro le recordó a alguien de su pasado.

- Me has molestado muchas veces primero en el centro, viendo esa hoz de fuego puedo deducir que eres la misma persona contra la que pelee en el puerto y ahora nuevamente osas meterte en mi camino. En los laberintos tuviste suerte ¡Pero en esta ocasión no saldrás vivo, maldito!-

Sin perder tiempo comenzó a transformarse en una inmensa oruga-gusano de color arena que abarcó poco menos de la mitad del tercer piso, cuando abría la “boca” se podían ver hileras múltiples circulares de dientes filosos, sus ojos eran pequeños, algunas partes del cuerpo estaban llenas de vellos negros, que dejaban salir un pútrido olor, el miasma oscuro característico de su clase lo rodeaba.

El profesor Ter Weiss y Viler atacaron conjuntamente al monstruo, pero fueron rechazados por la dura piel.

Usando su cola la oruga demoniaca contraatacó golpeando a los dos hombres que chocaron contra la pared.

Los ataques de la mujer elfo y el profesor de magia tampoco tenían efecto, todos se encontraban heridos y cansados. Era el peor escenario posible.

El desagradable ser avanzó hacía ellos embistiendo con su cola a los caballeros más cercanos.

-Monarca de los sueños y señor de los deseos ocultos, permíteme con tu favor mostrarles a mis enemigos la quimera de mis pensamientos-.

La oruga se precipitó hacia Jean quien no se movió, sus afilados dientes lo alcanzaron, levantó al joven y comenzó a devorarlo.

Sin embargo el cuerpo se desvaneció en partículas de Luz, desde atrás del demonio, Jean reapareció e hincó su guadaña de llamas azules en la cabeza de su enemigo.

El demonio empezó a contorsionarse violentamente, el joven se aferró de su arma encajada en su enemigo, el cual azotó su cuerpo contra la pared, Jean
recibió todo el impacto, abundante sangre se escapó por su boca, la creatura repitió el proceso varias veces más intentando quitárselo de encima sin lograrlo.

-El más grande y valeroso guerrero, sacrificando un brazo ataste al gran mal hasta los tiempos del Ragnarok, por tu inmensa bravura te pido hagas lo mismo con la bestia delante de mí-.

El profesor de magia realizó un conjuro antes que la inmensa oruga se volviera a azotar contra la pared, cadenas de color plata aparecieron alrededor del demonio, anclándose a la tierra y deteniendo sus movimientos.

Aprovechando la situación creada, Jean se puso de pie y bajó corriendo por el largo cuerpo de su enemigo arrastrando su hoz, abriendo en canal al desagradable ser, al mismo tiempo que cortaba sus cadenas.

Al verse libre de estas la bestia se retorció de dolor chillando agudamente haciendo que Jean cayera, pero el daño ya estaba hecho, más de la mitad de su cuerpo estaba abierta por una herida fatal, una gran cantidad de miasma negro y sangre del mismo color escapó de su cuerpo y con ella su vida. El monstruo quedó inerte emanando un olor más fétido que cuando estaba vivo.

La profesora Seyd acudió a ayudar a Jean, el cual se encontraba tirado en el suelo cubierto por su propia sangre, cuando la mujer elfo lo vio las llamas que lo envolvían pasaron de azul a carmesí y después a anaranjado rojizo hasta que se apagaron completamente, el color de su cabello, cejas, pestañas, ojos y uñas regresaron al color habitual.

Revisando su estado, la profesora elfo encontró que tenía varios huesos rotos y hemorragias internas, le dio tratamiento de urgencias hasta que pudieran llevarlo a un hospital, ya que ella no tenía energía para hacer algo más.

Los rayos del sol se colaron por las ventanas y con ellos el ruido de un cuerno de guerra, se trataba de los refuerzos de la sede de los caballeros que habían llegado.

Los profesores Ter Weiss y Viler en su camino hasta el tercer piso se encargaron de una gran cantidad de monstruos, así que fue relativamente sencillo para los refuerzos arribar hasta donde se encontraban.

-Atiendan a esta persona primero-La mujer elfo llamó a los sanadores para que atendieran al joven.

-Primero atiendan a los más graves por favor-. Sin que la mujer se diera cuenta Jean se había levantado y se sostenía contra la pared respirando pesadamente.

-Yo sólo necesito descansar un poco, hay otros en los que su vida peligra, ayúdenlos a ellos.

-Nox, tú estás muy herido deja que te atiendan primero-. La profesora Seyd intentó convencerlo.

-Hay caballeros que fueron contaminados por el miasma, ellos necesitan ser atendidos urgentemente-. 
El joven refutó lo que ella le dijo.

-Si dejas que te curen, tú podrás ayudarlos a eliminar el miasma, no creo que haya alguien entre estos sanadores que pueda producir la llama púrpura-.

Lo que la profesora dijo fue lógico e irrefutable así que Jean cedió.

Después de ser aceptablemente curado, comenzó a eliminar el miasma negro del cuerpo de los heridos.

Finalmente se recostó en el suelo agotado.

Los estudiantes salieron de la biblioteca cuando se dio la señal de que todo había pasado.

La capitana Maeru, Laur, Liz y Lili empezaron a observar sus alrededores en busca de Jean y lo encontraron yaciendo en el piso.

La joven mujer de cabello gris fue la primera en acercarse a verlo, en su rostro se dibujaba una gran preocupación.

Poniéndose de rodillas colocó su oído en el pecho del joven, después de escuchar sus latidos aliviada dejó escapar un suspiro.

Las tres señoritas al llegar también se hincaron alrededor del joven.

-Él esta…-

-Vivo, sólo está durmiendo-. La profesora Maeru completó la frase de las doncellas, las cuales sonrieron aliviadas.

-En ese caso despertémoslo-. Laur dio a conocer sus intenciones.

-Oh ¡Por favor no lo hagan! Él peleó ferozmente contra nuestros enemigos, en el proceso resultó gravemente herido-. El profesor de magia se les acercó y reprendió levemente.

-Necesita un merecido descanso, después de que lo curaron ayudó a sanar a los heridos, así que ahora debe estar totalmente agotado-. La profesora Seyd se unió a la conversación.

Las tres señoritas se levantaron y se disculparon.

-¿Cuántas bajas tenemos?-La capitana Maeru poniéndose de pie preguntó sobre el resultado de la 
batalla.

-De la Academia nadie, pero de los caballeros la gran mayoría fue asesinado-. El profesor Ter Weiss apareció apoyado del hombro del profesor Viler .

-Al final ¿Logramos saber por qué nos atacaron? - La profesora Gray se unió a la conversación.

-No y tampoco sabemos cómo es que lograron realizar el Ritual del Diablo.- El Maestro de los puños contestó con una expresión grave.

-Yo tengo una ligera idea pero quisiera hablar en un lugar mejor, donde la directora este presente-. La capitana tenía algo de información al respecto, pero quién tenía más respuestas se encontraba durmiendo.

Todos los presentes aceptaron la proposición.

Después de varias horas los caballeros evacuaron y escoltaron a todos de regreso a la Academia, donde un gran número de ellos se mantuvieron patrullando el lugar, las clases fueron canceladas y se mantuvo a los estudiantes en sus dormitorios.

Al día siguiente Jean fue llamado a la dirección a primera hora, donde encontró a la capitana Maeru y dos personas que no reconoció, una anciana con un vestido simple gris y una mujer a mediados de sus veinte, de cabello negro y facciones delicadas pero de mirada fiera.

-Buenos días, vine como se me solicitó-.

-Pase Señor Nox Crow, mi nombre es Sina Seyd, es un gusto conocerle, soy la Directora de la Academia del Sol-. La anciana se presentó.

-¿Seyd?-.

-Así es, soy la hermana de tu profesora.

Al ver que el joven se encontraba confundido añadió con una sonrisa.

-Nuestro padre es el mismo, pero nuestra madre no. 
Ella es una elfo pura, yo soy una mestiza.

-Ya veo, disculpe mi torpeza-.

-No te preocupes, quisiera informarte que por tus valientes actos en la batalla del fuerte, esta institución junto con la ciudad te recompensará con la medalla del Grifo, que es el más alto honor que poseemos-.

-¿Por qué me recompensaría la ciudad? Lo que hice fue por mi propia decisión, no necesito nada a cambio-.

-Tal vez sea así, pero mis hombres han hablado bien de ti, los pocos sobrevivientes dicen que si no hubiera sido por ti no hubieran sobrevivido-.

La mujer de mirada fiera habló.

-¿Usted es?-.

-Mi nombre es Leil Rewn, soy la líder de los caballeros de esta ciudad-.

-Ya veo, gusto en conocerle-.

-Siendo franca, me contaron que aparentemente tenías experiencia, sabías a que te enfrentabas desde el inicio, incluso les diste instrucciones al escuadrón
de caballeros sobre los puntos débiles de esos demonios-humanos, no pudimos mandar refuerzos antes por qué también estábamos bajo ataque en la central, así que quisiera información sobre nuestros enemigos por sí lo mismo se vuelve a repetir-.

-Los profesores de esta Academia comparten la misma preocupación ¿Podrías por favor darnos más información Nox?. La Duquesa Xellar ha dado el visto bueno-. La capitana Maeru quien se había mantenido callada le hizo una petición.

-No me parece buena idea-.

-¿A qué te refieres?-. La directora parecía desconcertada ante la respuesta del joven.

-¿No les parece extraño que nos atacaran un día antes que los caballeros pusieran en acción su plan para arrestarlos?-. El joven estaba reacio a compartir información con razones justificadas.

- ¿Acaso está sugiriendo que alguien les avisó?-La líder de los caballeros visiblemente se incomodó.

-Sería la obvia conclusión, probablemente hay un traidor en sus filas-.

-¿Y qué pruebas tienes?- Al ser cuestionado el honor de sus tropas, la mujer de ojos fieros exigió la comprobación de las palabras de Jean.

-Antes que nada recuerde que nada es incorruptible, segundo puedo detectar a esos demonios híbridos, ayer quince de ellos nos atacaron, pero en su base detecté más que eso-.

-Además de monstruos a nosotros nos atacaron cinco de ellos-. La mujer aportó información adicional.

-Eso hace un total deveinte, allá afuera hay sueltos muchos más, si usted me lo permite puedo buscar a los traidores dentro de sus tropas en caso de que los haya, si no encuentro nada me disculparé apropiadamente con usted-.

Jean en todo momento mantuvo un tono serio, sin intimidarse por la presencia de la líder de los caballeros mientras la veía a los ojos.

-No puedo decir que es agradable lo que me acabas de decir, pero no pierdo nada y puedo ganar mucho ¿Puedes detectarlos acertadamente?-.

-Sí, he peleado con muchos de ellos antes y conozco bastante bien su conducta, aura y olor-.

-Suena como si fueras una bestia-.

-De donde vengo es la norma-. Jean sonreía confidentemente.

-Me gustaría saber de qué lugar es ese del que hablas-.

-Cof, cof, ya que Leila accedió ¿Estarás dispuesto a hablar?- La capitana Maeru intervino entre ellos dos que parecían haberse olvidado de los demás mientras se observaban fijamente, sin perder detalle el uno del otro, parecía molesta.

-Primero creo que el Imperio tuvo algo que ver en esto pero no ordenó el ataque-. Jean comenzó a compartir información.

-Entonces es cierto lo que me contó la Duquesa Xellar, es algo difícil de creer-. La líder de los caballeros aceptó con pesar las palabras del Joven.

- ¿A qué te refieres con que no ordenó el ataque?-En esta ocasión la Directora Seyd preguntó.

-Mi teoría es que están intentado reclutar a jóvenes talentosos e importantes y que mejor lugar que la Ciudad Lux donde se reúnen los hijos de personas influyentes de todo el mundo, pero este es un plan a futuro, cuando ellos crezcan con gran probabilidad ocuparán el lugar de sus padres-.

-Eso es imperdonable, es como el profesor Mckrin dijo, él identificó al último de los atacantes y se trataba de uno de nuestros estudiantes, era hijo de Lord Tartem-. 

La anciana mujer no podía perdonar tal acción, corromper a las generaciones de jóvenes iba más allá de simple maldad.

-Ya veo, así que ese era su hijo, se me olvidó preguntarle su nombre- Jean hizo un vago comentario.

-Si es un plan a futuro ¿Por qué atacaron entonces? No tiene sentido-. La joven mujer de ojos grises expresó sus pensamientos.

-De hecho lo tiene Capitana, hacer a los jóvenes caer tentándolos con poder obviamente resultaría muy fácil para el Imperio y ellos queriendo más poder harían cualquier cosa. Por eso robaron y asesinaron sin dudar, me atrevo a decir que su plan era secuestrar a los estudiantes y entregarlos como rehenes para chantajear a sus padres, o convertirlos en aliados lavándoles el cerebro, en resumen actuaron por su cuenta para demostrar su valía ante el Imperio-. El joven siguió con su teoría.

-Si ya se habían convertido en demonios ¿Para qué querían las piedras?- La líder de los caballeros realizó una sencilla cuestión.

-Como dije el plan del Imperio es a futuro, su transformación no estaba completa, necesitaban las piedras para abrir un portal infernal y absorber su energía, con lo que lograrían terminar el proceso de demonificación-.

-Esto seguirá pasando hasta que los detengamos, aunque no podemos ir en contra del Imperio por los canales oficiales porque simplemente lo negarían todo, me encargaré de contar a todos los países de sus acciones, conozco a demasiadas personas que estarán ansiosas de prestar su ayuda-. La directora había resuelto que tomaría las cartas en el asunto, con sus palabras la reunión terminó.
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Acerca de David-A Gato

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