Novela ligera Nox Cap.3 Misión en el Puerto Norte

Hola a todos les dejó el capítulo 3 de la novela NOX



Capítulo III
Misión en el Puerto Norte

Después de tomar un baño, y comer un pequeño almuerzo tardío, el delgado joven se dirigió a buscar a la capitana Maeru, sabía que se quedaba en el dormitorio de mujeres, pues ella le había dicho en caso de que necesitara algo.

-Señor Antiguo de los mares, Proteo eterno cambiante, extendiendo mis manos te sostengo fuertemente sin soltarte, implorando tu auxilio, cúbreme con tu sombra-. Sosteniendo ambos manos arriba de su cabeza recitó el encantamiento al mismo tiempo que las bajaba lentamente.

Jean colocó un conjuro arcano en sí mismo, tomando la forma de una bella señorita sin cambiar sus características básicas como color de cabello, ojos o piel, en realidad era una ilusión, lo hizo de esta manera ya que los hombres no tenían permiso de entrar en los dormitorios femeninos.

Al llegar a su destino localizó el aroma de la profesora Maeru, siguiéndolo llegó hasta su habitación, hizo acopio de toda su fuerza para tocar la puerta, de haber otra opción, hubiera evitado ir, pues le tenía pánico a esta mujer.

La profesora abrió la puerta, vestía una blusa simple y unos shorts ambos del mismo color blanco, la vista dejó sin palabras al saludable joven.

-...Necesito su...ayuda- Es todo lo que salió de la boca de Jean.

-Pasa, si hay algo en lo que esta humilde profesora pueda ayudar a una estudiante de esta academia, sé libre de decírmelo-. Por su parte la Capitana al ver a la "señorita" no sospechó de quien se trataba, al escuchar sus palabras, sacó sus propias conclusiones, pensó que la joven necesitaba algún consejo, lo que de alguna forma le hacía feliz, pues eso significaba que la veían como una persona respetable y confiable, tomó a la "señorita de las manos" y la llevó dentro de su habitación.

-Permíteme un momento prepararé un poco de té- Después de hacer sentar a su invitada en una silla, fue a la cocina, cinco minutos después regresó con una bandeja, encima de la cual tenía dos tazas y una tetera, sirvió dos tazas una para ella y otra para su invitada.

Enfrente de él se encontraba sentada la capitana Maeru, separados únicamente por una pequeña mesa de madera, es en este punto en que Jean se empezó a preocupar, por alguna razón no dejaba de mirar la apariencia de la mujer enfrente suyo.

-¡Oh!, disculpa por mi vestimenta, como ahora no estoy en labores, sólo quería relajarme poniéndome algo de ropa ligera y cómoda, por culpa de alguien he estado un poco estresada, pero no te preocupes por mí, vamos dime qué necesitas-. Con una sonrisa inocente la joven mujer de ojos grises instó a la señorita a que hablara.

-(Ya veo, no me ha reconocido aún, aunque no quisiera decirlo es algo necesario, tendré que soportar su ira para poder hablar con ella)-.

Jean hizo un balance de la situación en un segundo y decidió que lo mejor era hablar; mientras más rápido termine esto, mejor. Eso es lo que él pensó.

-¡Capitana, soy yo Jean Nox Crow!-. A pesar del miedo el Joven lo dijo.

-Pfffffffffffft, cof, cof-. La capitana escupió todo el té que había comenzado a beber, el líquido caliente terminó en los ojos de Jean.

-¡Aaaa! ¡Mis ojos!-. La victima del desafortunado accidente se cayó de su asiento y empezó a rodar en el suelo mientras se cubría sus lastimados globos oculares.

-¡Tú! ¡Pervertido! ¡Cómo te atreves!-. La Capitana estaba totalmente roja, no tanto por la ira sino como por la pena de tener un hombre en su habitación.

Recuperándose Jean pudo ver que la joven mujer se había puesto de pie y se había alejado de él.

-¡Lo siento Capitana, no fue mi intención causar este malentendido! Hay algo muy importante que tengo que decirle con respecto a los robos que ha habido-. Desde su posición en el suelo se defendió.

- ¡Degenerado qué estás mirando!- Inconscientemente Jean seguía comiéndose con los ojos la figura de la profesora.

-¡Lo siento mucho!- El joven se postró rápidamente colocando su frente en el suelo lo más que pudo.

Después que la capitana lo golpeó repetidas veces y se cambió a unas ropas menos reveladoras, inició la verdadera conversación, Jean había deshecho temporalmente el conjuro de cambio de apariencia.

-Ahora dime la razón de tu visita si no quieres morir- La profesora tenía una mirada que fácilmente podría matar a cualquiera.

Jean alzó su taza de té con la intención de aclararse la garganta, algunos de sus dedos estaban en una posición visiblemente equivocada y en su rostro había varios moretones.

-Uno de los ladrones es estudiante de esta escuela, hace unos días fui testigo de uno de los robos, perseguí a uno de los culpables y terminó huyendo a este lugar-.

-Eso no es suficiente para decir que es un alumno de esta Academia-.La joven mujer le respondió sin demora.

-Por esa razón es por lo que vine a hablar con usted. Durante la ida a los laberintos, mi equipo fue atacado por el mismo ladrón, quería vengarse por sabotear su robo-.

-Se supone que únicamente los alumnos de esta Academia podrían entrar, aunque también está la posibilidad de que haya entrado por otro lugar; sin embargo el tiempo y la ubicación fueron perfectos, ni yo sabía que terminaría yendo a ese sitio, así que no creo que sea ese el caso-.

-¿Cómo sabes que es el mismo ladrón?-. La capitana hizo una pregunta válida, ya que no estuvo en el lugar de los hechos.

-Porque él mismo se presentó, dos estudiantes estaban en mi equipo, ellos también fueron testigos. El ladrón conoce mi rostro pero yo no conozco el suyo, ese es el verdadero problema; el ataque de hoy no era con la intención de únicamente asustar, sino que era con la intención de matar-.

-Además quisiera pedirle que protegiera a mis compañeras Laur Van Fey, Lili Sanctus y Liz Windwild, ya que si yo fuera el ladrón también me vengaría usando sus seres cercanos-. El joven colocó ambas manos en la mesa e inclinó la cabeza.

- Es algo bastante grave, haré lo que me pides, así que levanta la cabeza por favor-.

Nelu Maeru Marshall a pesar de que siempre terminaba enojada con este hombre, al ver su actitud sumisa no podía guardarle rencor.

-Muchas gracias Ca, profesora Maeru, lamento los inconvenientes causados, me iré inmediatamente-. Levantándose de su lugar nuevamente hizo una reverencia.

-Espera, ¿Hay algo más que quieras decirme?-.

El joven movió su cabeza de un lado a otro en negativa.

-Espero que así sea, antes que te vayas ¿no crees que estas olvidando algo?-. Una sonrisa forzada apareció en el rostro de la joven mujer.

-Lo siento no sé a qué se refiere-. El joven respondió con inocencia.

-Jean Nox Crow ¿No crees que sería catastrófico que vieran salir de mi cuarto a un hombre? para empezar no debería haber ninguno en el dormitorio de mujeres-. Fue reprendido por su descuidada actitud

-Lo siento mucho no fue mi intención-. El joven asustado se disculpó nuevamente.

-Ya deja de disculparte, vuelve a disfrazarte y vete-. La capitana parecía exasperada.- (¿Cómo puede este despistado hombre causarme tantos problemas y dolores de cabeza sin siquiera tener la intención?)-.

-Señor Antiguo de los mares Proteo, eterno cambiante, extendiendo mis manos te sostengo fuertemente sin soltarte, implorando tu auxilio, cúbreme con tu sombra-.

Jean volvió a recitar el conjuro y salió de la habitación.

Sin embargo el daño ya estaba hecho. Dicen que las paredes oyen y en este caso ese refrán probó ser cierto, las señoritas que se alojaban en las habitaciones contiguas se encontraban con sus oídos pegados a la pared y sus rostros totalmente rojos.

Aunque no pudieron discernir toda la conversación, lamentablemente eso no era un consuelo, de hecho era el peor escenario que se pudiera pedir, la razón era sencilla al solo escuchar parte de la conversación, las señoritas rellenarían el resto con lo que fuera, así es, con lo que fuera.

Al menos tres cosas quedaron claras para las señoritas que escucharon a escondidas (o al menos así lo creían ellas):

Primero, fue que un "hombre" entró en los dormitorios femeninos.

Segundo, específicamente al cuarto de la profesora Maeru.

Tercero y más importante, ellas escucharon gritos y golpes dentro de la habitación, lo que les llevó a tener cierto tipo de fantasías propias de una "sana" juventud.


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En el día del Sol, Jean llevó el tesoro que había obtenido el día anterior con el Maestro herrero de la Academia, con el fin de que evaluara su estado y calidad.

La herrería se encontraba en la parte trasera, cerca de la base de una montaña, al llegar ahí entró al recibidor y aunque estuvo tocando varias veces el timbre nadie apareció.

Se asomó a la parte de atrás y escuchó el sonido del martilleo el cual siguió, cuando llegó a la fuente del sonido encontró a un hombre delgado, de amplios hombros, tez blanca, un poco más alto que él, vestido con ropas propias del oficio, aparentemente estaba fabricando una hoja para una espada corta, no teniendo intención de molestar al hombre que estaba concentrado en su trabajo, esperó en silencio a que terminara.

-Buenas tardes maestro Herrero.- Cuando el hombre sumergió en agua la hoja ardiente y la colocó en una mesa, Jean dio sus saludos educadamente.

- ¡Oh! Si estabas ahí debiste haberme hablado, muchacho- El herrero se asustó al ver al joven.

-Pero bueno, no importa dime ¿en qué te puedo ayudar?- El hombre fue directo a los negocios.

-Quisiera que me evaluara algunos objetos y si es posible repararlos-. El joven no se presentó ya que no era necesario, solamente le mostró la bolsa hecha de pieles que llevaba al hombro.

-En ese caso vamos a adelante-.

Después de colocar todos los objetos en el mostrador de la entrada el Maestro inició su evaluación, parecía bastante animado cada vez que evaluaba un artículo.

-¿Sabes algo de estos objetos?- Al terminar de revisarlos le hizo esta pregunta, observándolo atentamente.

- Más o menos sé su origen, pero no conozco nada más que eso ni sus características.

-Bueno, el precio para que te diga esa información serán treinta monedas de oro, tómalo o déjalo-.

-Me parece bien-.

-La mayoría de estos objetos son de gran calidad, hay algunos hechos por elfos de Luz y Elfos oscuros, también hay de fabricación enana, esta espada de aquí fue hecha por magos humanos.- El herrero separó los objetos en grupos de origen.

-Este escudo es interesante, tiene el escudo de armas y lema del Clan Enano Amatista, lo curioso es que sólo un líder de clan tiene derecho a usar el lema, tomando en cuenta el material del que está hecho y las piedras preciosas que lo adornan creo que es original-.

-¿Dónde obtuviste esto, muchacho?- El hombre escudriñaba a Jean con la mirada.

Después de respirar profundamente, el joven decidió responder con la verdad.

-Todo esto era parte del tesoro de un Minotauro, el cual ya está muerto, lo conseguí en los laberintos subterráneos-.

-¡¿Me estás diciendo que mataste a un Minotauro?!-.

-Más o menos, caí en su cámara por accidente, él pensó que quería robar su tesoro y se puso como loco, afortunadamente ya era muy anciano-.

-No es lo que cree, él embistió su trono de piedra y terminó aplastado, en resumen él se mató, yo ni siquiera lo toqué, únicamente esquivé sus ataques-, Jean se defendió, preocupado al observar que el herrero lo miraba con reproche en sus ojos.

-¿Lo juras?- El hombre no confiaba del todo en esa historia.

-Lo juro, incluso traté de comunicarme con él para decirle que no quería robar nada, pero fue inútil-.

-Ya dejémoslo así, te creo-. Al ver al joven estudiante pudo observar que no mentía, tenía confianza en su instinto para juzgar a la gente.

-Entonces ¿ese escudo es valioso?-.

-Sí y no, probablemente tenga más valor sentimental para los enanos de ese clan, si lo vendieras en alguna de las tiendas de esta ciudad solo te lo comprarían como un escudo de mitril, ya que no tiene otras propiedades, te aconsejaría que lo guardaras hasta que te toparas con algún enano de ese clan-.

-Ya veo, gracias. ¿Cuánto costaría por reparar todo?-.

-Ciento veinte monedas de oro, es tarifa especial ya que eres estudiante de esta escuela, totalmente reparados podrías sacar una gran ganancia ¿Qué dices?-.

-Hecho-. Con un apretón de manos cerraron el trato, Jean le pagó ciento cincuenta monedas de oro.

-Señor Herrero, tengo entendido que hay bóvedas en esta escuela-.

-Yo las manejo están en la parte de atrás, hay de distintos tamaños, si quieres guardar estas cosas bastaría con una pequeña, te saldría en veinticinco monedas de oro al mes-.

El maestro herrero era todo un hombre de negocios.

Jean desembolsó veinticinco monedas más por adelantado.

Al salir de la herrería, fue despedido con un "gracias por su patrocinio".

Regresaría en una semana para ver los objetos reparados y llevarlos a las bóvedas de la Academia.

El resto del día lo pasó descansando en su habitación.

A la mañana siguiente cuando tocó la hora del almuerzo se reunió con Laur, Lili y Liz en el lugar habitual, al llegar fue recibido por dos miradas preocupadas.

-Laur nos contó lo que pasó Nox, es un asunto grave-. Liz fue la primera en hablar.

-Seguiremos el consejo que nos dio Laur, de hecho las tres recibimos una visita ayer de la profesora Maeru y quedamos de acuerdo en que estaríamos por un tiempo en el mismo cuarto- Lili informó de las medidas de seguridad que tomaron.

-Disculpen por molestarlas con mis preocupaciones, pero prefiero que estén de sobra, a que lo lamente después-.

-No tienes que disculparte, no hiciste nada malo, además es grato que te hayas preocupado por nosotras-. La señorita de cabello verde claro dio su comentario tímidamente, su rostro se enrojeció.

-Un caballero siempre tiene que luchar por la justicia, eso es lo que me enseñó mi familia, mi opinión sobre ti Nox ha mejorado un poco-.

A Jean le llamó la atención el comentario de Lili pero no dijo nada.

-Vamos quita esa cara, ya que la profesora Maeru dijo que nos protegería mientras la investigación este en curso no hay nada de qué preocuparse-. Laur intentó consolar a Jean.

-Gracias-.

-Cambiando de tema le pedí a la profesora Seyd que revisara el arco de plata que mediste, resulta que es mágico, las flechas materiales o de magia que sean disparadas con él perseguirán al enemigo-. La joven rubia estaba entusiasmada.

-Laur, eso no nos lo dijiste-.Lili parecía muy interesada en lo que su compañera acababa de decir.

-Ah, tienes razón, discúlpame. Jean terminó cayendo por un agujero, donde encontró un tesoro, a mí me dio un arco y a Rarte nuestro otro compañero de equipo le dio un hacha de Mitril-.

-¿Y no cuidaba nadie el tesoro?-.

-Una bestia me atacó ahí pero no era peligrosa, no fue nada interesante-. Jean contestó la pregunta de Lili, no dio detalles porque no quería contar la misma historia otra vez.

-¿La mataste para obtener su tesoro?- Había cierto malestar en la pregunta de Liz.

-Claro que no tenía esa intención, no soy codicioso, pero él pensaba que quería robarle, así que no había nada más que se pudiera hacer-.

-Ya veo, en ese caso no hay problema-. Liz se relajó después de oír esa respuesta.

Con la llegada de tres pequeñines empezaron a almorzar.

Al terminar las clases fue a su habitación, se cambió de ropa cuidando que en esta ocasión su rostro estuviera bien oculto, cargó su mochila y se dirigió al puerto en espera del barco y del cargamento que debía cuidar.

Al llegar al puerto que le tocó custodiar encontró a un grupo variopinto de diez mercenarios compuesto de hombres y mujeres, la mayoría al igual que él se cubría el rostro, entre ellos pudo ver a un enano y un elfo oscuro, también estaban los caballeros de la ciudad, quienes les dirigían miradas llenas de desdén, ambos grupos se mantenían separados entre sí, algo que era entendible.

Se reunió con su grupo, una mujer que se presentó como una sanadora, ella dio la sugerencia de formar tres equipos, uno de ataque, otro de defensa y uno más de soporte, después de algunas modificaciones todos aceptaron.

Tardó aproximadamente una hora y media en llegar el barco con el ansiado cargamento, con lo cual todos se pusieron en alerta.

Apenas atracó la nave en el puerto aparecieron cerca de veinte sujetos cubiertos con capuchas negras en la lejanía, ante esta visión todos prepararon sus armas.

Cuando el grupo enemigo los tuvo a su alcance, la pelea inició, aparentemente todos eran magos, los veinte atacaron con esferas de fuego, hielo y viento.

Algunos caballeros resistieron el primer impacto, otros cayeron debido al agotamiento de usar un escudo de maná, lo que sólo significaba una cosa, su enemigo era fuerte.

Después de su primer exitoso ataque, los magos enemigos se replegaron en varios grupos, a Jean le había tocado estar en el equipo de ataque de los mercenarios, conjurando dos hoces de fuego se lanzó hacia un grupo de tres personas, los cuales intentaron derribarlo usando magia de fuego, cubriéndose en un abrigo de llamas Jean soportó el ataque y saltando realizó el mismo movimiento de 360 grados que había utilizado para eliminar a los monstruos en el laberinto, los tres enemigos cayeron después de dar un último grito mientras sus cuerpos seguían ardiendo.

Al ver como sus compañeros caían de esta forma, inmediatamente otro grupo se enfocó en él, los cuales lo atacaron con proyectiles de hielo, azotando su mano en el suelo Jean creó una barrera de piedra frente a él, que detuvo el ataque, cambió sus hoces de fuego por un arco y flechas, los enemigos aún trataban de destruir la sólida barrera que había creado, esperando el momento oportuno salió corriendo y disparó dos flechas al mismo tiempo, su objetivo detuvo la primera flecha con un escudo de maná, pero la segunda se coló antes de que su barrera mágica se regenerara, atravesando limpiamente su cráneo.

Otros dos magos fueron derribados, uno por un mazazo en su pecho propinado por el enano y otro aplastado por una gran piedra que destruyó como papel sus defensas.

Inteligentemente se reagruparon con sus demás compañeros, Jean revisó su alrededor, de su lado también había bajas y heridos, volvió a golpear la tierra erigiendo barreras para crear un refugio para proteger a los heridos.

-Susan, tú y el grupo de apoyo traigan a los heridos aquí- El joven llamó a la sanadora del grupo, la cual empezó a dar indicaciones a su grupo.

Los caballeros seguían combatiendo encarnizadamente cerca del barco, uno de ellos fue alcanzado por un rayo, convulsionó y cayó al suelo echando humo.

El joven corrió para apoyarlos, mientras los demás mercenarios se encargaban de los que no se habían reagrupado.

Al llegar ahí aprovechando que los magos estaban concentrados en los caballeros, creó un látigo de fuego, el cual dirigió en contra de uno de los enemigos, envolviéndolo con la lengua de fuego giró el látigo y usó a su víctima como un arma de carne para golpear a sus compañeros, hasta que perdió la vida.

Alguien usó un conjuro de viento para elevarlo por los aires, al ser llevado a los cielos Jean no perdió la calma, deshizo su látigo de fuego soltando el maltrecho cuerpo de su enemigo y conjuró una lanza de fuego, cuando empezó a caer la arrojó contra el mago que lo había atacado, el cual no tuvo tiempo para reaccionar, su pecho fue atravesado.

Al sufrir tantas bajas, el enemigo empezó a retirarse, lo más probable es que no esperaban una fuerte resistencia, se habían acostumbrado a robar las tiendas indefensas de la ciudad y ahora estaban pagando las consecuencias.

Solo un mago quedó en el muelle, mientras los demás peleaban por escapar, Jean empezó a atacarlo con sus hoces, las cuales fueron esquivadas, el oponente enfrente de él usaba una lanza plateada.
Intercambiaron varios ataques alejándose del muelle, el enemigo lanzó una estocada, que Jean interceptó; sin embargo una niebla oscura envolvió el arma de su enemigo, aumentando la potencia del ataque, el cual superó las defensas del joven, sólo logro desviarlo hasta un punto no vital, el arma se adentró en la parte externa izquierda de su abdomen, inmediatamente contestó con un ataque fiero con sus dos armas, su oponente lo esquivó alejándose de él, la
punta de la lanza salió y Jean cayó de rodillas, sus hoces de fuego desaparecieron.

Su enemigo pensando en que había ganado se acercó a Jean e intentó dar el golpe de gracia, sin embargo fue una emboscada, con unos centímetros de separación entre la lanza y su rostro Jean esquivó el ataque y con su mano izquierda agarró la lanza.

-No seas tan apresurado, la prisa nunca es buena- El joven estaba emocionado por el calor de la batalla, con su mano libre volviendo a conjurar una hoz le hizo un corte en el pecho a su enemigo, que atinadamente soltó su arma para poder huir.

-Opción correcta, si no la hubieras soltado estarías muerto. Ahora entretenme un poco más-. Aunque no se podía ver, el joven sonreía.

-¡Nuevamente te interpones contra mí! ¡Te arrepentirás por ello!¡Veta al infierno!- Su enemigo sacó un masa negra de su túnica, la cual arrojó al suelo, era una creatura grotesca con varios tentáculos, prontamente empezó a aumentar su volumen.

Frente a todos apareció un monstruo de color negro inmenso con tres cabezas draconianas, aprovechando que la atención se había desviado a la creatura, el mago huyó.

Jean no lo persiguió, pues ya había cumplido su misión, los atacantes no lograron robar el cargamento, además era más interesante lo que estaba enfrente de él, se trataba de una hidra.

Ya se encontraban bastante apartados del muelle, así que Jean decidió tomárselo un poco en serio, cambió sus hoces por una guadaña de fuego; lo que sabía de las hidras era información de primera mano, cortar la cabeza y cauterizar la base era la solución adecuada.

Quedándose libres de los magos que huyeron aprovechando la situación, los demás mercenarios se unieron a la pelea.

Una de las cabezas de hidra atacó a Jean, haciéndose a un lado le dio un tajo con su guadaña, sin embargo el filo del arma pasó sin cortar la cabeza.

No fue al único que le pasó lo mismo, sus demás compañeros estaban en la misma situación.

-(Es como cortar el aire, pero las hidras no su pueden volver intangibles ¿qué está pasando?)- Mientras el joven estaba pensando, algo le golpeó y lo aventó unos metros hacia atrás.

-¿Qué rayos fue eso? ¿Un ataque psíquico? (esa tampoco es una de sus habilidades).- Rápidamente se puso en pie, la fuerza del ataque invisible no fue letal.

Decidió observar la situación desde su lugar buscando una respuesta, uno de sus compañeros pasó volando a su lado golpeado por algo invisible, no tardó mucho en llegar la respuesta, una mujer mercenario flotaba dos metros en el aire forcejeando con algo invisible intentando quitárselo de cuello, Jean entendió lo que pasaba.

Corriendo hacia donde estaba su compañera, dio un salto y dejó caer su guadaña delante de ella, la fuerza que la sostenía desapareció, la mujer cayó sobre su trasero y buscando oxígeno rápidamente se quitó lo que traía en su cuello. Viendo de qué se trataba Jean llamó a sus compañeros.

-¡Hey, atención, aléjense de esa cosa! Yo me encargo de ella-.

Los mercenarios se alejaron como se les pidió, Jean tomo una roca del tamaño de su mano y la arrojó con toda su fuerza a la parte más baja del cuerpo de la hidra, la cual no se había movido demasiado desde que la pelea inició.

Con un golpe sordo la hidra desapareció, en su lugar había un gran pulpo negro, que quedó aturdido al no poder detener la roca, que le golpeó entre sus ojos.

Jean usó la oportunidad, corrió hacia el pulpo y esquivando sus atontados ataques, le cortó todos sus tentáculos, en un último intento de salvar su vida escupió tinta sobre su enemigo, pero fue inútil, la guadaña cortó a través de su mutilado cuerpo.

Eliminado el monstruo, todos se reunieron para tratar a los heridos.

El enano del grupo había sido herido cuando intentó detener al mago que liberó a la hidra-pulpo, de su costado salía miasma negro, a falta de su lanza el enemigo usó una daga.

La sanadora Susan había intentado curar la herida pero había sido inútil. Jean se acercó y lo revisó.

-Drat vei tot da jich- El joven le habló al enano en su idioma, quien tenía una expresión de dolor.

-Hrot- Después de unos momentos, observando fijamente a su compañero mercenario el herido respondió.

-Agárrenlo fuerte, esto no va a ser grato-. Jean creó una llama de color purpura en la palma de su mano derecha, después de dejar la herida al descubierto, introdujo la flama en el interior, quemando el miasma negro que emanaba. 

El enano se retorció en dolor, mientras apretaba los dientes, el proceso tardó diez segundos.

-Ya está, ahora puedes curarlo-.

Susan empezó a curarlo invocando la ayuda de los espíritus del agua y de la luz, en esta ocasión la herida cerró sin dejar rastro.

Reunieron los cuerpos colocándolos en lugares distintos de acuerdo al bando. Los caballeros sobrevivientes ayudaron en este proceso.

Un descubrimiento extra al revisar los cadáveres de sus enemigos planteó un serio problema.

-Conozco a esta persona es un estudiante del Colegio Luna-. Uno de los caballeros informó a todos los presentes.

El resultado fue que todos o casi todos los enemigos eran estudiantes de la isla.

-Esto es grave si las autoridades de la isla se enteran que matamos estudiantes, aunque haya sido en defensa tendremos muchos problemas-. Los caballeros estaban preocupados por su honor.

-En ese caso la solución es simple, enterremos los cuerpos-. Jean sugirió la vía más fácil.

-¡Pero como te atreves!, sus familias querrán reclamar sus cuerpos-. El líder de los caballeros no estaba de acuerdo.

-¿Y qué le dirá a las familias?, ¿qué se convirtieron en viles ladrones que no dudarían en matar? Si le preocupa el honor de estos estudiantes, es mejor que nadie se entere de lo que hicieron, al menos hasta que todo se halla aclarado, de otra forma traerán vergüenza a sus familias-.

-Además el gremio de mercaderes que nos contrató también estaría en problemas, lo que podría llevar a una situación económica desfavorable para la ciudad, ¿Acaso no es el deber de los caballeros proteger a las personas?-. Jean usó las más dulces palabras que era capaz para convencer al caballero líder. Y funcionó.

-...Tienes razón, para proteger el honor de estos jóvenes, y a la ciudad es lo mejor-.

Jean sabía que lo que más le preocupaba a este hombre era su propio pellejo, pero no era necesario decir nada más.

Los cuerpos de los mercenarios y el de los caballeros fueron manejados por sus respectivos grupos, algunos fueron quemados y otros fueron envueltos para enviarlos con sus familias.

-Es muy noble lo que hiciste, Hoz, proteger el honor de esos jóvenes- Susan se dirigió a Jean de esta manera ya que el mismo se presentó con ese nombre.

-No sé de qué hablas, el honor de esos ladrones no me interesa en lo más mínimo, cualquiera que mate a alguien debe estar preparado para las consecuencias de sus acciones, pero si dejaba que las cosas tomaran otro rumbo, esos caballeros nos echarían toda la culpa para protegerse, dirían algo como "los mercenarios asesinaron a esos estudiantes nosotros sólo nos defendimos pasivamente al percatarnos de la situación", el gremio de los mercaderes haría lo mismo diciendo que nos contrataron para proteger el cargamento no para matar estudiantes-. El joven hizo una pausa y después continuó.

-Pero ya que ahora los caballeros son nuestros cómplices mantendrán la boca cerrada, siento decepcionarte Susan-. El tono de su voz era grave.

-Cambiemos de tema, ¿qué te parece si cocinamos el pulpo abisal de tierra para recuperar energías?-. Jean regresó a su habitual humor.

-Me parece buena idea, he escuchado que es un delicioso manjar-.Susan decidió no hablar más sobre el asunto.

Con ayuda de otros mercenarios asaron los restos del pulpo, todos estuvieron de acuerdo en que su sabor era exquisito, esta actividad permitió que se relajaran un poco, mientras unos comían otros se mantenían vigilantes por si los volvían a atacar, algo que no sucedió.

Cerca de las seis de la mañana un destacamento de caballeros llegó acompañado de un representante del gremio y otros trabajadores, los cuales se llevaron el cargamento.

Los mercenarios cobrarían después el resto de su pago con la persona que los contrató, con esto su misión terminó.

Sin despedirse de nadie Hoz se retiró del lugar.

Al llegar a su cuarto, se tomó un baño, después se dirigió al comedor, donde se recostó encima de una mesa en espera del desayuno.

Durante la primera clase Jean no puso atención, su mente estaba dedicada a planear su siguiente acción-

-(Si fueron capaces de atacar públicamente y matar, la situación es más grave de lo que creía, es hora de ir a ese lugar, con suerte sea su base y consiga información vital)-.

Durante la hora del almuerzo se reunió con las demás en el gran árbol.

-Veo que hoy tienes mucha hambre-. Liz estaba sorprendida de la cantidad de comida que Jean devoraba.

-Es raro verte así, por lo general comes muy poco-. Lili también estaba de acuerdo.

-Los chicos siempre comen mucho, por primera vez estas actuando como uno-. Laur hizo su propio comentario, haciendo señales de aprobación.

-Lo siento es que durante toda la noche gasté mucha energía-. Jean se detuvo un momento para hablar y continuó devorando su comida

- Y se puede saber ¿cuál fue la razón?- Laur exhibía una amplia sonrisa malévola.

Sus otras dos compañeras estaban expectantes a la respuesta del joven.

-Tuve... un entrenamiento para volverme más fuerte, eso es todo-. Jean pensó en lo que iba a decir pues no quería que tuvieran ideas raras.

-¿Seguro?-Laur seguía presionando.

-Si seguro, sólo quería controlar mejor mis habilidades-.

Las señoritas creyeron en su respuesta.

-Quiero que vean algo- El joven sacó seis figuras de madera de sus bolsillos.

-Que bonitos están, ¿Donde los conseguiste?-Los ojos de Liz mostraban interés.

-Yo los hice, observen-. Soplando encima de las figuras empezaron a moverse, las mariposas tomaron un color azul claro, y las aves un color negro azabache.

- ¿Cómo lo hiciste? Preguntó Lili, siguiendo con la vista a las seis figuras que volaban alrededor de ellos, los duendecillos saltaban para atraparlas sin lograrlo.

-Lo hice con magia sangrienta, de esa manera es muy difícil detectarlos, pues pasan por seres vivos-.

-¡Eso está prohibido!-La señorita de cabello azul claro se alarmó al escuchar esas palabras.

-Tienes razón, pero no tengo intención de crear un homúnculo o una legión, ni mucho menos crearme un cuerpo nuevo, eso es lo que prohíbe la iglesia-.El joven intentó calmar a Lili.

La razón por la cual ella se exaltó era entendible, en tiempos de guerra cuando la cantidad de soldados disminuía y la de esclavos aumentaba, se utilizaba este tipo de magia, creando un ser artificial de metal, madera, carne o de cualquier otro material disponible, si se usaba el corazón de un alquimista para que obtuviera el Drana de la tierra se le llamaba homúnculo, cuando se ataba múltiples espíritus de bajo nivel dentro del cuerpo se nombraba legión, algunos magos intentando alargar sus vidas se creaban nuevos cuerpos, cuando llegaba el final de sus vidas ataban su alma al corazón o cerebro y lo trasplantaban a su nuevo recipiente, estos eran nombrados como abominaciones, todo esto era obviamente un tabú.

-Pero aun así...- La señorita intentó defender su postura.

-En el país de los druidas aunque no es muy común, algunos usan esa técnica para mandar mensajes.-Liz entró en la conversación para defender a Jean.

-Vamos Lili, tu mejor que nadie conoce que no toda la magia sangrienta está prohibida por el clero, además si Jean se va por el mal camino puedes intentar corregirlo-Laur intervino en la conversación, en la última parte de su oración le guiño un ojo a Lili cuyo rostro enrojeció de punta a punta.

-Lo siento, ya que soy del País Santo me exalté un poco-. En esta ocasión fue Lili la que se disculpó.

-No te preocupes, fue mi culpa, de hecho si no es mucho pedir me gustaría que se quedaran con uno de estos, así se podrán comunicar conmigo si me necesitan-.

Las tres señoritas sin perder tiempo eligieron las mariposas azules, después que regresaron a ser madera las guardaron en sus pequeños bolsillos.

-Cuando quieran activarlas, solo soplen encima de ellas, ya les dije que las obedezcan, así que no debería haber problema-. El joven dio sus instrucciones.

-Ahora que me acuerdo, el próximo fin de semana, la Academia dará el baile de bienvenida para todos los de primer año ¿Irías conmigo Jean?-Laur hizo esa pregunta de la nada.

-Está bien no tengo nada en contra, pero te advierto que no sé bailar- El joven respondió sin darle mayor importancia.

-No te preocupes por eso, te enseñaré los pasos básicos para que no me dejes en ridículo-. La señorita rubia bromeó con el asunto.

Lili y Liz intentaron decir algo, pero al final no pudieron, cuando regresaban al edificio central Jean observó que por alguna razón parecían deprimidas.

Al terminar las clases se vistió imitando la vestimenta de los ladrones que lo habían atacado y salió al lugar donde dos de ellos habían huido ya hace varios días.

El lugar se encontraba en los límites del bosque, era una inmensa casa de madera la cual se veía deteriorada, desde un árbol observó la situación por cerca de dos horas, el flujo de personas era escaso, en algunas de ellas detectó algo extraño.

Cuando estaba listo para intentar entrar en la base enemiga, una persona en particular, de pequeña figura llamó su atención, aunque no podía ver su rostro reconoció su aroma.

-Gloria al imperio...-

-Y que sus enemigos ardan hasta las cenizas-.

El guardián de la entrada, un hombre sucio, gordo y totalmente calvo le espetó a la persona de pequeña figura, la cual completó la frase.

-Donde está su insignia-. Una contraseña no sería suficiente.

La persona en cuestión no tenía una insignia aparentemente, pues se quedó en silencio. Viendo su reacción el guardia, movió su mano hacía su cinturón en busca de una daga que se encontraba ahí.

Antes de que la situación progresara, Jean quien había llegado hasta ahí, abrazó con su brazo izquierdo a la persona de delicada figura, al mismo tiempo que le mostraba su mano derecha al guardia, en su palma había una flama de color negro.

-¡Vamos no te exaltes!, esta persona viene conmigo, acaba de unírsenos así que no conoce todo el protocolo-.

El guardia al ver la llama oscura, detuvo sus acciones.

-Gloria al imperio...-Jean habló antes que el guardia.

-Y que sus enemigos ardan hasta las cenizas-. El guardia respondió automáticamente, les abrió la puerta al mismo tiempo que se golpeaba el pecho, era un tipo de saludo que sólo las personas del 
imperio usaban.

Jean entró junto con la persona que acababa de ayudar. Al final de la casa había una escalera que se dirigía hacia la tierra.

Cuando estaban a la mitad del camino, su acompañante se liberó del abrazo y lo empujó hacia la pared.

-Hasta cuando pretendías abrazarme, Señor Nox -. Definitivamente era la voz de una enojada mujer, la cual le colocó una daga en el cuello.

El joven respondió haciendo lo mismo, con su mano izquierda tomó la mano de la mujer que sostenía la navaja y con su mano derecha apretó su cuello levantándola y empujándola contra la pared; con su mano libre ella agarró el brazo de su atacante intentando soltarse en vano.

Aunque tenía su rostro cubierto la sorpresa se pudo ver en sus ojos grises, ella no esperaba esta reacción.

-No se mueva Capitana, si llama la atención nos mataran a los dos-. Jean le habló en voz baja pero firme.

-Dígame ¿cómo es que me reconoció? será acaso por mi voz o tal vez mi olor, también podría ser por el calor de mi abrazo, aunque eso no tiene sentido ya que desde que nos conocimos, cuando acompañó a la Duquesa Xellar, sólo hemos intercambiado puños y espadas, además el color de mis ojos es muy común en esta isla a 
diferencia del hermoso color de los suyos.

La capitana Maeru se quedó en silencio, únicamente sosteniendo su peso aferrándose al brazo de Jean.

-Acudió sin preparación a este lugar, sin mi ayuda no hubiese logrado ni entrar ¿Acaso vino a probar suerte? ¿Acaso no le interesa su vida?, si es así permítame romper aquí y ahora su delicado cuello-El joven estaba terriblemente enojado.

Después de unos momentos la mano que apretaba su cuello cedió y la mujer cayó de rodillas.

-Tenga esto, colóqueselo en su cuello, si es que quiere vivir-.

Jean le extendió un collar, con una pequeña esfera dentro de la cual se encontraba lo que parecía ser un mechón de cabello de color negro que emanaba un miasma de color azul-negro.

Nelu Maeru Marshall tomó el collar y se lo puso. El joven continuó bajando la escalera, ella se levantó y lo siguió sin mediar ninguna palabra.

Llegaron a un coliseo subterráneo iluminado por una gran cantidad de antorchas y de cristales similares a los que se podían encontrar en los laberintos, dentro había una multitud de más de cincuenta personas todas tenían en común una cosa y era que ya sea con máscaras o con sus capuchas escondían su rostro.

Tomaron asientos en la parte más cercana a la salida, escuchando la plática de los demás se enteraron de que los que habían fracasado en sus misiones, hoy serían castigados.

Pasada media hora hicieron acto de presencia un grupo de nueve personas en la arena, cuatro tenían bolsas en sus cabezas y estaban atados.

Cuando llegaron al centro, obligaron a los "prisioneros" a ponerse de rodillas.

-Hermanos nos hemos reunido para castigar a los débiles, aquellos que no pudieron cumplir sus tareas, observen bien para que no caigan en la misma culpa-. La persona que se encontraba en medio del grupo, habló con potencia.

 Jean le reconoció inmediatamente, pues ya había arruinado sus planes en tres ocasiones; cuando robaba piedras preciosas, cuando intentó matarles en el laberinto y recientemente en el puerto.

Las demás personas dejaron la arena y subieron a las gradas.

-Ahora liberen a los monstruos- El líder dio la orden, una puerta de la arena se abrió y salieron dos perros inmensos de color negro con dos cabezas e inmensos colmillos, de cuyos hocicos salía abundante espuma, tenían unos ojos rojos que brillaban como el fuego, sus cuerpos eran musculosos, sus zarpas eran largas y no dejaban dudas de su poder para desgarrar. Tenían cadenas gruesas atadas a sus patas traseras.

-(Que hipócrita, tú también has fracasado, pero supongo que es una ventaja de estar en el poder)-. Jean se enojó por ese patético comportamiento.

Al ver esta escena la capitana Maeru se levantó de su asiento impactada, antes de que pudiera hacer algo más Jean la sostuvo de su mano, ella volteó a verlo, ante lo cual él sin hablar moviendo su cabeza de un lado a otro le comunicó que no hiciera nada.

Sin perder tiempo los perros se abalanzaron y destrozaron a sus presas, después las devoraron, el ruido que hacían al devorar la carne y romper los huesos resonaba en todo el lugar.

-(Es raro que no se hayan defendido, probablemente estaban drogados o en trance,)-. Eso fue lo único que le llamó la atención al joven.

-Pronto llevaremos a cabo nuestro plan, estén atentos para cuando los necesitemos y que esto les sirva de lección-.

Al terminar el macabro show todos se retiraron.

Cuando estuvieron lejos del lugar la capitana Maeru se apoyó en un árbol.

-Esos desgraciados, matar incluso a sus propios compañeros, le avisaré a las autoridades de la Isla para detenerlos de una vez-.

-Si va a hacer eso, asegúrese de qué lo hagan bien, de lo contrario será contraproducente, podrían adelantar su plan si se sienten presionados, primero deben investigar adecuadamente; sin embargo, dudo siquiera que puedan entrar ahí como nosotros-. Jean la seguía acompañando.

- ¿Cómo es que estás tan tranquilo después de atestiguar eso?- La joven mujer le reclamó.

-Por favor no se desquite conmigo, no tengo la culpa de sus acciones. Si me permite quisiera hablar con usted, vamos a un lugar más seguro-.

Cuando estaban cerca de la ciudad, se detuvieron a hablar.

-Por favor no regrese ahí, sería muy peligroso, esta vez pudimos pasar sin problemas; pero si intenta ir de nuevo la descubrirán, allá dentro usted se sobresaltó, la pudieron haber descubierto.-. Jean regresaba a su habitual actitud.

-Tú pudiste entrar, después de que le mostraste ese fuego oscuro nos dejaron pasar, así que otros podrían infiltrarse y...-

-No va a ser tan fácil, que me hayan dejado pasar después de ver eso confirma mis peores sospechas-.El joven la interrumpió.

-Lo que le mostré fue prana oscuro o energía demoniaca, dentro del coliseo algunas de esas personas me temo que han llevado a cabo el Ritual del Diablo, estoy casi seguro que el imperio tiene algo que ver en este asunto, incluso si alguien lograra infiltrarse, las cosas ya se han puesto en marcha, sólo podemos estar a la defensiva y prepararnos-.

-Le diré a los profesores y también a los caballeros de la ciudad para que tomen las medidas necesarias-. La Capitana Maeru tenía una expresión de cansancio profundo.

Jean le entregó un ave de madera y le dijo como usarla para mantenerse comunicados, después se retiró sin escuchar nada más.

Cambiando ligeramente el aspecto de sus ropas negras se dirigió a cobrar su pago con los mercaderes, al haber cumplido exitosamente con su misión.

Cuando llegó a la tienda de Robert no tuvo que esperar mucho para verlo, el habitual trabajador lo hizo pasar.

-Hiciste un gran trabajo, por lo que me dijeron te luciste, tengo entendido que los demás te llaman Hoz, así que permíteme llamarte así-. El mercader le extendió el resto de paga y una tarjeta de color azul.
-Lamentablemente sólo salvamos la mitad de la carga, dos de los barcos fueron totalmente robados y la mayoría asesinados, el cargamento se quedará por un tiempo en la sede de los caballeros para evitar cualquier inconveniente, ya que esto es claro que se ha salido de control la ciudad empezará a tratar las cosas en serio, sinceramente espero que esto termine pronto, como sea, si llega a haber algún trabajo que requiera tus servicios te contactaremos.

-Cuente conmigo siempre y cuando haya un pago de por medio-. 

Con un apretón de manos se despidieron.

Cuando estaba saliendo, una hermosa mujer pelirroja se le acercó, rondaba en edad cerca de sus veintes.

-La mayoría cobró inmediatamente su paga, tú te tomaste tu tiempo-. Los demás muchachos están en un bar cercano, ¿aceptarías ir a tomar un trago?- Susan con una sonrisa en su rostro lo invitó.

-No tengo nada que hacer, así que vamos-. Jean aprovecharía esta oportunidad para advertirles.

Ella lo guío hasta una taberna bastante descuidada, era obvio que en ese lugar no acudían clientes de alta clase.

Al entrar unas personas de la mesa más alejada les hicieron señas, se dirigieron hacia donde estaban, se trataba de los otros mercenarios.

Después de tomar su asiento, Susan pidió dos tarros de cerveza.

-Recibimos una buena paga, eso nos bastará por un buen tiempo-. 

El enano del grupo bebía animosamente solo se detuvo para hacer ese comentario.

-Gard te dije que necesitabas descansar, tu herida no ha sanado adecuadamente-.Susan le regañó.

-Bah, estoy tan fuerte como una roca-.

-Déjalo por esta ocasión, debemos festejar también por los caídos-. Un elfo oscuro abogó por su compañero, con un tono suave.

-Vot tiene razón, hay que celebrar que estamos sanos y salvos-.

-¡Jack, le llamas estar a salvo a tener un brazo y una pierna rotos!-. 

La pelirroja respondió exasperada señalando el estado del tercer hombre, quien tenía una férula casera hecha con dos tablas en la pierna derecha y su brazo izquierdo estaba vendado cercano a su tórax para inmovilizarlo.

-Y tú Hoz ¿cómo estás? me pareció ver que uno de los atacantes te hirió en el abdomen- Ignorando la réplica de la mujer se dirigió hacia Jean.

-Estoy bien, ya sanó-. El joven se contenía la risa al ver la interacción de Susan con los demás, así que respondió sin poner mucha atención.

-Esa es una excelente habilidad de curación-. Esta vez intervino una mujer que al igual que Jean tenía oculto su rostro.

-La llama que usaste en Gard ¿Era la flama de la transmutación y purificación?-.

-Así es-.

-Sí podías hacer eso ¿por qué no lo curaste tú mismo?-.

Jean sabía porque ella hizo esta lógica pregunta, la llama púrpura estaba catalogada como una técnica de curación de alto nivel, era normal aprender los otros sistemas básicos antes de intentar usar esa técnica.

-Pei, estas siendo un poco grosera al preguntar sobre las habilidades de los demás.- Susan le advirtió.

-No hay ningún problema, la razón es simple, mi curación interna es muy buena, pero mi curación externa solo es capaz de realizar tratamiento de emergencia-.

La mujer llamada Pei aparentemente no quedó totalmente satisfecha por esa respuesta pero no dijo nada más.

Jean empezó a tomar su cerveza.

-Bueno cambiando de tema, todos nosotros somos parte de un grupo de mercenarios, si estás libre ¿qué te parece unírtenos?-. La mujer pelirroja le hizo una propuesta interesante.

-Gracias, pero por el momento tengo algunas razones para quedarme en este lugar, pero lo tendré en cuenta -. Jean no quería ofenderlos al rechazarlos, así que dejó abierta la posibilidad.

-Entiendo aunque es una pena, de todos modos te estaremos esperando cuando termines tus asuntos -.

Después de unas cervezas más y una conversación agradable, Jean decidió ponerlos sobre aviso.

-Hay algo que quiero decirles, espero no ofenderlos pero es necesario que lo sepan-. Bajando la voz y asegurándose que nadie más los escuchara hizo que se acercaran al centro de la mesa.

-En esta isla pronto pasará algo grande, varios magos demoniacos se encuentran reunidos aquí, los robos fueron perpetrados por ellos, posiblemente harán un ritual a gran escala que causará grandes problemas, el Imperio también podría estar involucrado-. El joven utilizó el tonó más grave del que era capaz.

-¿Cómo lo sabes?-. Gard fue el primero en preguntar.

-Sólo les puedo decir que obtuve la información de primera mano, en esta ocasión al menos para mí, ahora que sé el alcance de su organización, poder y quién está detrás de ellos, no importa cuánto oro me pagaran para ir en su contra no aceptaría algo tan suicida.

-Sin intención de faltarles el respeto o menospreciarlos, les aconsejaría que se fueran de este lugar por un tiempo, yo haré lo mismo apenas pueda-.

Aunque eso no era del todo verdad, ya que sí el Imperio estaba involucrado él no lo dejaría pasar.

-Gracias por la información, saldremos de este lugar mañana a primera hora-. Jack contestó por el grupo, los demás estuvieron de acuerdo. Jean pensó que Susan era la líder, pero resultó ser ese hombre herido.

La razón por la que su líder tomó una decisión tan rápida sin dudar en esas palabras y los demás la aceptaron sin oponerse, fue que habían visto las habilidades de pelea de Hoz que sin lugar a dudas estaba acostumbrado al combate, eliminó a varios enemigos y manteniendo la sangre fría descubrió su sucio truco cuando quisieron engañarlos con la falsa hidra; incluso engatusó ágilmente a los caballeros para que no los culparan a ellos por las muertes de esos estudiantes.

Si este astuto hombre tenía una postura de alejarse de esta situación problemática, ellos deberían hacer lo mismo.

Jean se quedó un rato más con ellos, Pei le estuvo preguntando varias cosas todo el tiempo sobre las técnicas que usó, su interés provenía de que ella era una maga que se especializaba en fuego, él contestó todas sus preguntas lo mejor que pudo sin revelar ningún secreto.

Después regresó a la Academia vigilando que no lo persiguieran. Al llegar a su cuarto tomó un baño y se cambió de ropa, cuando iba acostarse escucho la voz de cierta señorita.

-Jean necesito tu ayuda, por favor ven a mi cuarto-.

Laur estaba usando la mariposa azul, la comunicación era una especie de telepatía, utilizando la sangre contenida en la mariposa que resonaba con la del cuerpo de su dueño.

El joven intentó comunicarse con ella pero no hubo respuesta, preocupado se dirigió inmediatamente a los dormitorios femeninos.

Localizando el cuarto de Laur, conjuró inmediatamente sus espadas de llamas y se puso en posición de defensa, al mismo tiempo que entraba por el balcón, cuya puerta se encontraba abierta.

-¡Laur ¿dónde estás?!-.

-Ja, no pensé que vinieras tan rápido-. La señorita rubia, integrante de las tres L, se encontraba sentada en su cama.

-¿Estás bien? ¿Por qué me llamaste? Pensé que estabas en peligro-. 
Jean volteaba a ver de un lado a otro.

-Tranquilízate no hay ningún problema, ¿Podrías disipar eso?- La señorita apuntó a las espadas de fuego que iluminaban abundantemente la habitación.

-¿No hay ningún problema?-.

-No, no lo hay-.

Después de la confirmación Jean por fin se relajó y desconjuró sus armas.

-Te dije que utilizaras eso sólo si tenías problemas-. El joven estaba un poco enojado.

-En realidad dijiste que las usáramos si necesitábamos algo y yo necesito algo ahora.-La joven lo corrigió con una sonrisa en su rostro.

-¿Dónde están Lili y Liz? Pensé que me habían dicho que estarían juntas por una temporada.

-Ellas se fueron a los baños termales que hay en este dormitorio.

-¿No estarán en problemas si van solas?-.

-Fueron con varias otras compañeras así que no te preocupes por ellas, pero si quieres ir a espiarlas no te detendré-.

-Ya que no voy a ganarte, dime ¿Qué necesitas?-. Jean se resignó.

-Aunque es repentino quisiera mostrarte los vestidos que compré hoy en la tarde-.

-¿Es absolutamente necesario?-.

-Claro que sí, ya que voy a ir contigo al baile quisiera saber tu opinión. Espérame aquí voy a cambiarme, no espíes o te disparo-. Diciendo eso la señorita entró al baño.

-(Esta señorita es muy confiada, aunque en el caso de Laur sabría defenderse, pero aun así dejar a un hombre entrar a su cuarto...)-.El joven tenía sus dedos índice y pulgar apretando el puente de su nariz, un ligero dolor de cabeza lo embargaba pensando en el futuro de esa señorita.

- ¿Qué te parece?-. Una tímida Laur lo sacó de sus pensamientos.

Laur se encontraba modelando un vestido largo de color blanco, que enfatizaba su figura, acompañado de un chal del mismo color, que se enrollaba en un brazo pasando por su espalda para terminar en su otro brazo. Ella realizó un pequeño giro para exhibirse. Era un vestido simple pero en ella quedaba perfecto o eso pensaba Jean.

Admirando la vista tardó en responder.

-...Te ves hermosa...el vestido enfatiza el color azul de tus ojos y el color oro de tu cabello,... lo que es más yo diría que es al revés, tú haces ver al vestido bello-. El joven hipnotizado dio sus honestos pensamientos.

-...Gra...cias-. La señorita quedó completamente roja y al igual que él tardó en responder y cuando lo hizo fue con una voz quebrada, daba la ligera ilusión que salía vapor de su cabeza.

Aunque ella le había dicho vestidos, Laur no modeló otros, Jean 
pensó que era raro pero no dijo nada.

-Me habías dicho que no sabías bailar, ¿Quieres que te enseñe ahora?-Regresando a su ropa habitual, la señorita le preguntó aunque parecía apenada, algo raro comparada su conducta común.

-¿Crees que podré aprender?-.

-Si te esfuerzas y pones atención si podrás. Ven acércate a mí, yo dirigiré así que sigue mi ritmo, dame tus manos-. Laur colocó la mano derecha de Jean en su cintura y sostuvo la otra elevándola ligeramente.

-Ahora no pongas fuerza y muévete lentamente después de mí-.

-Uno, dos, tres, uno, dos, tres-.

-Ahora relájate un poco más y aumentemos la velocidad-.

-Uno, dos, tres, así lo estás haciendo bien-.

Estuvieron practicando unos veinte minutos hasta que los movimientos de Jean fueron fluidos.

-La mayoría de los vals tienen pasos básicos y simples, así que es fácil aprenderlos, pero estoy un poco decepcionada, pensé que te apenarías más al tocar el cuerpo de una mujer-. Laur había regresado a su usual estado de ánimo alegre y bromista.

-Discúlpame por no ser tan inocente como creías-. Jean le respondió en el mismo tono, feliz de poder romper la complicada atmósfera.

- Ahora me iré antes de que las demás regresen, no quiero que piensen mal y sobre todo Lili, aparentemente fue educada a la antigua, Laur gracias por la placentera ocasión-.

-Desde luego que lo fue, no debería decirlo yo, pero tengo mucha 
confianza en mi rostro y figura.

El joven salió al balcón y se paró en el barandal.

Aunque Jean no lo sabía, volvió a cometer por segunda ocasión un grave error. Al entrar a ese cuarto gritó asustado llamando a Laur, aunque fue una falsa alarma, los vecinos escucharon la conmoción.

Palabras dichas por la voz de un hombre y una mujer joven como: 

"...pero si quieres ir a espiarlas no te detendré", "...Te ves hermosa..." "Ahora no pongas fuerza y muévete lentamente después de mí", "ahora relájate un poco más y aumentemos la velocidad", "pero estoy un poco decepcionada, pensé que te apenarías más al tocar el cuerpo de una mujer", entre otras, se colaron especialmente por las paredes y llegaron a los oídos de recatadas señoritas.

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-No entiendo su comportamiento, la mayor parte del tiempo actúa como un cobarde y después... ¿Por qué se enojó tanto? no era necesario hacer tal escena-. Nelu se encontraba en su cama incapaz de conciliar el sueño, tenía su mano izquierda en su cuello donde el joven había cerrado con fuerza su mano.

-¿Por qué?, si lo pienso profundamente tenía razón...pero había otras formas de decirlo, es cierto que no estaba lo suficientemente preparada, aun así... y además que es eso de ¿cómo lo reconocí?, yo debería haber hecho esa pregunta ¡¿cómo es que sabía que era yo?! ¡Me abrazó! además él dijo algo de mis hermosos...ojos grises...Ahhh, ¡No tiene caso pensar más en eso!-. Mientras estaba sumida en su monólogo pasaba del enojo a la pena, al final incapaz de conciliar el sueño se dirigió a la ventana, la cual abrió para que entrara un poco de aire fresco.

-Tal vez actúo así porque estaba preocupado por mi bienestar...-

Antes que continuara su soliloquio vio algo que llamó toda su atención, un joven en un balcón, esta vista no sería rara sino fuera que se encontraba en los dormitorios femeninos, a su lado se encontraba una señorita rubia, envolviéndose en un aura blanca la Capitana concentró chí en sus ojos y oídos, pudo verlos y escucharlos como si estuviera ahí.

"-Ahora me iré antes de que las demás regresen, no quiero que piensen mal y sobre todo Lili, aparentemente fue educada a la antigua, Laur gracias por la placentera ocasión-."

"-Desde luego que lo fue, no debería decirlo yo, pero tengo mucha confianza en mi rostro y figura."

Después de ese críptico intercambio de palabras el joven se tiró del balcón y se fundió en la noche.

-¡Ese desgraciado mujeriego y yo pensando que...Ahhh!-. Nelu regresó a su cama y con su almohada ahogó un grito de enojo y frustración.

Cuando amaneció se alistó para ir a dar sus clases, debido a alguien no pudo dormir en toda la noche. Hablaría con él y la señorita Van Fey para saber el porqué de lo que vio ayer.

Después de escucharlos determinaría el castigo, no le importaba lo que le pasaría al Vizconde Nox, pero no quería difamar a una jovencita.

Al terminar sus clases se dirigió a la sala de profesores, se preparó un té y se puso a planear las actividades que haría, ayer les comunicó a sus colegas lo que había visto de esa organización y que planeaban algo, hoy iría a informar a los caballeros de la isla.

Mientras preparaba el té para calmar su ansiedad, entró la profesora Seyd y se sentó del lado opuesto.

-Buenas tardes Maeru-.

-Buenas tardes profesora Seyd ¿le gustaría un poco de té?-.

-Sí, por favor-

Después de servir las dos tazas de té, Nelu empezó a beber la suya.

-Maeru, de casualidad sabes algo sobre un hombre entrando a los dormitorios femeninos-. La mujer elfo no realizó una pregunta.

-Pffffttt.-Maeru escupió su bebida.

La profesora Seyd tenía una sonrisa pícara.

-No se preocupe por eso, yo me haré cargo de ese asunto-. Nelu limpiaba nerviosamente el líquido sobre la mesa.

-Ya veo, conoces de quién se trata-.

-Sí, se quién es-. La mano con la que sostenía la taza temblaba ligeramente dio un nuevo sorbo a su bebida.

-Bueno es curioso, porque algunas señoritas me informaron que probablemente entró al cuarto de usted -.

-Pfftttt-. Ella había pensado que su superiora se refería a lo que pasó anoche, no esperaba que en realidad estuviera hablando de "esa" ocasión, antes de responder asentó su tasa de té resignándose a no beberla, por temor a escupir el contenido por tercera ocasión.

-Parece mucho trabajo, así que está bien, lo dejo en tus manos-. La mujer elfo cedió fácilmente, después se levantó de su asiento y se fue mientras tarareaba un canción.

- Que encantadora mujer...-

Nelu decidió terminar el asunto lo más rápido posible, usando el ave de madera se comunicó con el Vizconde.

Mientras se encontraba almorzando con Liz, Lili y Laur como de costumbre, Jean recibió la "llamada" de la Capitana, en la que pedía que acudiera a la sala principal de los profesores junto con la señorita Van Fey inmediatamente.

Sin perder tiempo el joven Vizconde obedeció la "orden" acompañado de Laur.

Al llegar a la sala, la profesora les pidió que se sentaran enfrente de ella.

-Los he reunido aquí debido a que ayer pude verlos juntos en los dormitorios femeninos, antes de que digan cualquier cosa quisiera saber si hubo alguna razón, en caso contrario tendré que actuar de acuerdo al reglamento-.

La Capitana fue directa al grano, atemorizando más al pobre joven mientras lo fulminaba con la mirada.

-Así que nos estaban espiando... fue mi culpa profesora Maeru-. La señorita rubia habló con resolución.

Captando su atención la profesora volteó a verla.

-Explícame por favor-.

-Es por el baile, yo invité a Jean y quería que viera mis vestidos-.

-¿Baile? Ah, el de bienvenida. ¿Pero por qué tendría que ir él a verte hasta tu cuarto sólo por algo así?-.

-Él no lo sabía, lo engañe, acudió rápidamente porque pensó que estaba en peligro. Usé esto para comunicarme-. Laur le mostró la mariposa de madera.

-Así que tú también tienes una,...en ese caso tú tienes la culpa y debes recibir una penalización por esto-. La primera parte de su frase fue dicha en voz casi inaudible.

-Ca... ¡Profesora! En ese caso también tengo la culpa, yo fui quien le dio el medio para comunicarse conmigo, tampoco debí quedarme cuando me di cuenta de que no había un problema. Así que castígueme a mí en su lugar. - Jean se había mantenido callado hasta el momento pero al final decidió defender a su compañera.

Viendo la expresión suplicante del Joven, Nelu cedió.

-Está bien lo dejaré pasar esta vez, pero no habrá una segunda ocasión-.

-Gracias Profesora-.

-Gracias Capitana-.

Los dos jóvenes estaban aliviados por el final sin sanciones, afortunadamente la profesora Maeru fue muy comprensiva.

-Si me vuelves a llamar así en la escuela, cambiaré de opinión. ¿Entendiste Jean Nox Crow?-.

-¡Si, Señora!-.

-¡Tampoco me digas así!-.

-¡Entendido, Madame!-.

-¡¿Te estás burlando de mí?! ¡¿Verdad que te estás burlando de mí?!-.

-¡Juro que no es así!-.

Laur pensando que ese acto duraría un poco más se despidió y salió del salón.

-¡Lo siento mucho!-.

-¡Mejor vete ya antes de qué...!-. La capitana Maeru tenía un puño levantado.

Jean se dirigió hacia la puerta velozmente, sin embargo antes de salir decidió decir unas palabras más.

-Profesora Maeru, ayer la traté de manera grosera y violenta, no hay justificación para mi comportamiento, le pido perdón por mi tosca actitud, solamente estaba preocupado por su vida-. Su tono era serio y contrito, sin esperar una réplica con una reverencia dejó el lugar.

Ella se encontraba sin palabras ante ese ataque psicológico, su rostro enrojeció súbitamente unos momentos después al comprender las palabras que el joven dijo.

-Idiota-.

Fue lo único que salió de sus labios.
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Acerca de David-A Gato

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