22 sept 2016

Capitulo 13. El Punto Muerto.



Hola de nuevo lectores, últimamente la pagina esta un poco tranquila con lo que respecta a publicaciones, pero no quiere decir que dejare de traerles mi novela. Este episodio aclarara algunas dudas que se han construido a lo largo de la historia. Sin más que decir me despido hasta el próximo capitulo.

PD. No olviden comentar, me gustaría conocer que les parece el rumbo que esta tomando la parte final de la novela.


Capitulo XIII

“Secretos”

Cielo.
Año Cero.

Fuego, sangre, gritos de auxilio, todo aquello que una vez destellaba como rayos de sol ahora está en ruinas. El cielo se convirtió en segundos en un campo de batalla donde no hay bando ganador, las bajas estaban igualadas; el paraíso creado por Dios se esfumo.

Todo estaba acabado, la rebelión había logrado llegar a la habitación del trono, ahí se encontraba Dios; sentado sin preocupación alguna guiando sus ejércitos desde una distancia segura. Los siete ángeles que velaban por la seguridad del Todopoderoso estaban reunidos en la misma habitación preparados para lo peor.

Las puertas gigantes se abrieron de par en par, aquellos ángeles guiados por Lucifer han salido vencedores; sus atuendos blancos que solían llevar, ahora son carmesí producto de la sangre derramada en la guerra. Al frente de todos, guiándolos como líder en esta guerra estaba el mayor traidor, el favorito del cielo.

—Es hora de ponerle fin a esto. —Lucifer mostraba frialdad en aquellos ojos exhaustos y sin vida. —Como esperaba del Todopoderoso, no fue fácil llegar hasta aquí.

Los siete ángeles guardianes, portadores de los anillos de luz se colocaron frente al creador intentando protegerlo hasta el final, todos mostraban una sonrisa en sus rostros; estaban confiados de su fuerza otorgada por los anillos.

—Siempre fuiste egoísta, mantuviste a tus guardianes junto a ti. ¿No era mejor opción mandarlos al frente de la batalla? Tus seguidores los necesitaban afuera; quizás si ellos hubieran estado peleando junto a ellos no hubiera tantas bajas en tu bando. —Lucifer intentaba molestar a los guardianes con sus palabras, deseaba eliminar la sonrisa en sus rostros.

Los siete ángeles guardianes hicieron brillar sus anillos, sus armas aparecieron en un cerrar de ojos. Estaban preparados para lanzarse en contra de todos los traidores, para darles el castigo que se merecen por revelarse con su Señor. Uno de ellos apunto su arco en contra de Lucifer, estaba convencido en desaparecer todo rastros de líder de esta rebelión.

—Antes que dispares la flecha, Uriel, déjame mostrarles algo muy interesante. —El favorito de Dios tenía la atención de los guardianes. —Quizás esto no pueda entenderlo nadie más que tú y yo, Padre. —Entre sus ropas cubiertas de sangre mostro una corona dorada, la cual coloca en su cabeza, acto seguido su cuerpo comenzó deformarse; aquel ángel lleno de luz hermoso por naturaleza se había transformado en una criatura horrorosa, con garras, colmillos, dos gigantescos cuernos que salían de su cabeza; una cola larga y delgada. —Pyrón manda sus saludos. —Sin que ninguno de los guardianes pudiera seguirlo con la vista aparece frente a Uriel, sin titubear y con una enorme sonrisa, lo decapita en un santiamén.

— ¡Retrocedan! —Grita Dios, su rostro estaba pálido, escuchar el nombre de Pyrón lo ha dejado sin mucho que decir.

— ¿Cómo fue posible? No pude seguirle el paso. —Raziel estaba sin creérselo, uno de sus compañeros había sido eliminado sin esfuerzo alguno.

—Se suponía que estos anillos nos hacían los más fuertes en todo el cielo. ¿Cómo ha conseguido tanto poder? —Zadquiel intentaba mover nuevamente su cuerpo, la impresión al ver como decapitaban a Uriel lo había dejado inmóvil.

—Tranquilícense todos ustedes, solo nos tomaron por sorpresa, recuerden que desde un principio éramos conocedores que habrían bajas; no todos sobreviviríamos después de la batalla. —Barachiel era el que comandaba a los siete guardianes, siempre fue tranquilo; su rostro mostraba paz no importa la situación en la que se encontrase, y hoy no ha sido la excepción.

Lucifer retrocedió, mientras el cuerpo de Uriel desaparecía a ritmo veloz, dejando atrás un cráneo de cristal y su anillo de luz. Ahora todos estaban inquietos, los ángeles traidores esperaban la señal de su líder para atacar. Durante años fueron acumulando desprecio hacia los guardianes y hacia Dios mismo, nunca estuvieron de acuerdo con sus reglas y jerarquía, deseaban eliminar el problema desde la raíz.

—Haz entrenado muy bien a tus guardianes, son muy fieles. —Alzo su mano izquierda al aire mostrando sus enormes garras negras. —Para ellos será un honor morir a tu lado. —En un movimiento brusco e inmediato bajo la mano apuntando a los guardianes de Dios. —No dejen a ninguno vivo.

Los traidores alzaron sus alas y dirigieron sus ataques a los portadores de los anillos. No titubearon ni un segundo en morir por su causa, sabían que su muerte daría paso a un nuevo Todopoderoso; digno de gobernar el mundo que estaba a poco tiempo de nacer.

— ¡No dejen que se acerquen a nuestro Señor! ¡Zophiel, Sealthiel! —Lanzó una mirada amenazadora a sus compañeros, estaban en un momento crítico y totalmente decisivo. — ¡Protéjanlo, quédense junto a él! —Barachiel alzo vuelo junto con los otros tres guardianes e intentaron acabar con los traidores.

La habitación del trono se convirtió en un campo de batalla, la sangre era derramada por todo el lugar; los guardianes de Dios eran entes poderosos, pero luchaban contra más enemigos de los que podían controlar, todos poseían espadas plateadas entregadas por Lucifer; para hacer frente a la legión de ángeles que defenderían ciegamente la posición de Dios.

El acero sagrado de la espada de Barachiel era poderoso, no había fuerza que se le comparara en el cielo, sin embargo; y para su sorpresa aquellas espadas no eran destruidas al contacto. Chocaban acero sin retroceder ningún instante, estas espadas no eran comunes, en definitiva no eran las espadas que se les otorgaba a los guardianes de la paz en el cielo; estas poseían algo distinto.

— ¿Por qué no te rindes Barachiel? Haz comprendido que nuestras espadas no son normales, están forjadas en el fuego del infierno. —Lucifer estaba inmóvil al otro lado de la inmensa habitación, observando cómo eran derrotados los guardianes celestiales.

Zadquiel logró abrir un gigantesco hueco en la pared de la habitación con su enorme hacha de doble filo, llevo su pelea afuera donde podría maniobrar con más libertad; aunque al igual que sus compañeros estaba siendo vencido.

Jhudiel era portador de uno de los anillos de luz, su arma son las espadas gemelas, más ligeras y delgadas que la espada que blande Barachiel; su estilo de pelea era similar al de Zophiel, ágil esquivando ataques y preciso en el momento de acertar un golpe mortal. Podía usar sus espadas como ataque y defensa a la vez, después de Barachiel, era el más fuerte. Gracias a su estilo de pelea parecía ser el único al que no se le dificultaba esta batalla, esquivaba con gracia los ataques que le eran lanzados y cada ataque acertado de su parte acababa con la existencia de su enemigo.

El techo desapareció, convirtiéndolo de esta forma en pequeños trozos de escombros. Raziel lo había destruido por completo cuando lo atravesó, su anillo le otorgaba como arma un látigo; cada vez que azotaba su arma generaba una fuerza destructora, capaz de eliminar lo que estuviera a su paso. Su modo de pelea consistía siempre en mantener una gran distancia entre sus enemigos, mientras mayor sea la distancia, más poderoso será el impacto.

— ¿Cómo pudiste aliarte con Pyrón? ¿Sabes que tan peligroso puede llegar a ser? —Dios había regresado en sí, seguía sin comprender como su ángel favorito ha podido llegar a realizar tal masacre.

— ¿Aliarme? Creo que te equivocas, yo no me he aliado con él. ¡Engañe a ese idiota para que me mostrara el paradero de la corona espectral! ¡Lo sé todo, este objeto nació junto con ustedes! ¡Aunque no sé cómo usarlo en este momento, comprendo que esto les otorgo el poder que ahora poseen! —Estaba perdido en su locura, reía sin parar al ver como caían ambas entidades creadoras.

— ¿Cómo sabes todo eso? ¿Qué has hecho con Pyrón? —Dios se levantó del trono esperando recibir una respuesta satisfactoria por parte de Lucifer.

—Ha sido sellado en lo más profundo del infierno, estas frente al nuevo rey de las tinieblas y futuro Todopoderoso. —Estaba seguro que esto acabaría en este momento, su rostro mostraba confianza y seguridad.

Sealthiel estaba protegiendo a Dios, con un campo transparente indestructible; el arma entregada por su anillo era un escudo el cual podía hacer aparecer donde quisiera. Conforme transcurrió el tiempo logró revelar más secretos de su escudo hasta el punto que lograba crear un gigantesco campo de fuerza, más duro que cualquier acero. Lastimosamente, este campo no puede ser movido una vez aparezca, le consume tanta fuerza que no puede crear otro igual en días.

— ¿Crees que Pyrón seria derrotado tan fácilmente?  Su poder es completamente diferente al mío, si continuas con esto no habrá vuelta atrás, serás consumido por su poder. Detén esta locura hijo mio.

El templo se venía abajo, con dificultad aún continuaba en pie. Las batallas contra los guardianes hacía temblar al cielo, los ángeles traidores caían uno tras otro, sin embargo cumplían su objetivo; debilitarlos cada vez más.

—No soy iluso, sé que algún día podrá liberarse de sus ataduras y decidirá recuperar lo que le fue hurtado. —Lucifer intercambio miradas con su Padre. — Para tu mala suerte tengo un plan. Esta guerra no fue solo gracias a mí, no estoy solo.

Lucifer estaba hablando más de lo que debería, eso sería peligroso para sus planes en el futuro, debía interrumpir la conversación antes que sea demasiado tarde. Zophiel salió del campo creado por su compañero y voló por los aires eliminando a los obstáculos en su camino.

— ¡Bajaste la guardia! —Su arma es una lanza. Cortaba a los traidores frente a ella a una velocidad difícil de seguir, dejaba una imagen en el aire como si utilizara docenas de lanzas a la vez.

Todos aquellos ángeles que vieron como voló en dirección a Lucifer, con una velocidad alucinante han quedado impresionados, nunca antes habían visto a Zophiel peleando, siempre habían evitado cualquier acto de violencia; siempre fue un ángel reservado, hablaba solo lo necesario y en cosas que requerían que lo hiciera. Nadie se esperaba que fuera tan buena luchando.

Dirigió la punta de su lanza directo al pecho de Lucifer, desde el punto de vista de todos los ángeles que estaban pendientes al ataque se observó cómo fue detenida sin problema alguno el arma del ángel guardián. El nuevo rey del infierno logró sostener su lanza con ambas manos en el momento preciso.

—Sigue hablando y a la próxima no me detendré. —Susurró Zophiel intentando no ser escuchada por nadie.

Parecía que iba enserio, por un instante creyó que realmente iba por él. Por fin comprendió que debía terminar con esto inmediatamente, antes que su vida corriera peligro. Continuó con su actuación intentando hacerles creer que había previsto el ataque de Zophiel.

— ¿Esto es lo mejor que puedes hacer? —Aun sosteniendo el arma con su manos, arrojó con todas sus fuerzas al ángel en dirección al trono. —Ya basta de tonterías. ¡Mis fieles seguidores retrocedan, es hora de que ponga fin a esto!

Todos los traidores que aún continuaban peleando con los guardianes retrocedieron de inmediato, dejando el camino libre para que su nuevo Señor terminara con lo que ellos habían logrado. Dejar exhaustos a sus enemigos.

Los seis ángeles que aún quedaban a servicio de Dios se colocaron frente al trono, esperando a que Lucifer hiciera su movimiento. En sus rostros se mostraba el cansancio, no aguantarían mucho más tiempo. Barachiel dio un paso adelante, sostenía su espada fuertemente con ambas manos esperando salir vivo de la batalla.

—Recuerden por quien luchamos y lo que representamos. No prometo que vivamos después de esto, pero si logramos proteger a nuestro Señor significara que cumplimos nuestro objetivo. De nosotros depende que el reino celestial perdure eternamente, después de ahora tengan por seguro que nuestros nombres serán recordados por siempre. —Barachiel hizo destellar su anillo, acto seguido su espada se cubrió de fuego azul.

—Bonitas palabras, lastimosamente el reinado de Dios acaba aquí. —Lucifer desapareció de nuevo frente a ellos, aquellas garras negras estaban detrás de Raziel; tomó por sorpresa a todos los guardianes, excepto a uno. El campo que protegía al Todopoderoso se desvaneció para proteger del ataque a su compañero.

Sealthiel logró detenerlo unos segundos haciendo aparecer su escudo en la espalda de Raziel. Los ángeles guardianes alzaron el vuelo después de ver como casi moría otro de ellos, esta vez no tolerarían ver morir a otro más.

Aprovechando que su ataque había sido detenido, y esto ha dejado a Lucifer en una posición nada ventajosa, Raziel utilizo su látigo para retenerlo en el lugar unos segundos, los cuales fueron bien aprovechados por los demás. Zadquiel alzo su hacha de doble filo para cortarle la cabeza, de la misma forma en que su compañero fue decapitado; lastimosamente esto no fue suficiente, y con sus propias manos el rey de las tinieblas cortó su brazo por el cual estaba siendo sostenido por el látigo. Esquiva el ataque del ángel con toda tranquilidad y usando la última mano que le quedaba, logra acertar un golpe letal dejando un gran agujero en el pecho de Zadquiel.

— ¡Traidor! —Jhudiel alzo sus alas momento después de ver como otro de sus compañeros había caído, hizo destellar su anillo para cubrir de llamas azules sus espadas gemelas. No existe piedad alguna lo suficientemente grande como para perdonar a Lucifer, esta vez pagara por su traición.

Zophiel, Jhudiel y Barachiel dirigieron un ataque combinado hacia el traidor, los tres ángeles atacaron en direcciones distintas para que al menos uno de sus armas diera en el blanco. Para su mala suerte, su enemigo conocía sus formaciones gracias a Zophiel. Su brazo se había regenerado de manera veloz, aprovecho a Raziel que aún seguía inmóvil por ver a Zadquiel desangrar hasta desaparecer y sin pensarlo utilizo su cola para tomarlo por la cintura mientras utilizaba sus largas garras en las manos como espada para detener el ataque frontal de Barachiel.

— ¡Espera! ¿Qué haces? ¡Suéltame! —Raziel estaba inmóvil por la cola de Lucifer, estaba siendo usado como escudo para detener el ataque de Jhudiel.

Sealthiel estaba a punto de utilizar su escudo para proteger a su compañero atrapado por la cola del traidor del cielo, pero escucho una voz que le ordenó proteger a Dios. Era el mismo Barachiel quien se lo ordenaba, todos estaban concentrados en Lucifer que no se percataron que los otros traidores iban tras su Señor.

— ¡Lo siento Raziel! —Fueron las últimas palabras que pudo entregarle a su compañero, mientras colocaba su escudo a Dios.

Las espadas gemelas de Jhudiel cortaron el cuerpo de su compañero en cuatro partes formando una enorme equis en su pecho, la cual fue el punto de partida donde se dividieron sus extremidades. Estaban demasiado cerca que le fue imposible detenerse, el rey de las tinieblas había logrado soltarlo a tiempo.

Utilizo su cola como si fuera una espada, para atravesar la garganta de Jhudiel y luego decapitarlo; allá fue otro guardián más, ahora solo quedaban tres, esto era crítico, la derrota estaba a la vuelta de la esquina. Barachiel había sido detenido por Lucifer al sostenerle su espada con ambas manos, parecía que el fuego celestial que cubría su arma no le afectaba en lo más mínimo al traidor. Esto fue confirmado al ver la sonrisa en el rostro de su enemigo.

—No deberías reír aun, traidor. ¡Si muero te llevare conmigo! —Barachiel apretó su espada lo más fuerte que pudo e intento ejercer toda la presión que le fue posible contra Lucifer. Su objetivo, que no pudiera esquivar el ataque que llegaba por atrás. — ¡Haz lo que tengas que hacer! —Gritó, mientras observaba como se acercaba su compañero.

Zophiel logró acertar su ataque, atravesó su lanza a espaldas de Lucifer, y justo después que la punta de su arma atravesara por completo el cuerpo del traidor, hizo destellar su anillo y cubrió de llamas azules el filo de la lanza. De esta forma el más afectado fue Barachiel, que fue atravesado directo en el corazón, su cuerpo se empezó a quemar por dentro hasta convertirse en cenizas, dejándolo igual que todos los demás guardianes caídos, su anillo y el cráneo de cristal.

El único sobreviviente que observó los actos sucios de Zophiel fue Sealthiel que no podía creer lo que había presenciado, uno de los suyos estaba aliado con el traidor más grande que el cielo haya visto.

Lucifer continuó con su actuación después de ver a Barachiel  gritar de dolor al ser quemado por dentro hasta convertirse en nada. Acto seguido tomó el arma de Zophiel con ambas manos y la sacó de su cuerpo, sin importarle las quemaduras que este fuego le causaban. Dejó caer el arma al piso y sostuvo con sus enormes manos la cabeza del ángel guardián aliado a él; tras acertarle un potente puñetazo justo en el rostro, la mando a volar fuera del templo. Ahora dejo el camino libre para acabar con el último ángel guardián de acuerdo al plan ideado con anterioridad.

Sealthiel comenzaba a dudar de sus propios pensamientos, después de ver como Lucifer golpeaba a Zophiel se le hacía imposible pensar que ellos estuvieran juntos en esto, sin embargo en momentos como esos; no estar pendiente de tu alrededor podría significar la muerte. Precisamente ese fue su error, estaba tan pendiente en la pelea que se efectuaba contra el rey del infierno que no observo que los demás traidores no iban por Dios, sino por él.

— ¡Cuidado! —El Todopoderoso advirtió del ataque a su último ángel guardián que aún se mantenía de pie.

Para cuando volvió en sí ya era demasiado tarde, docenas de espadas atravesaron su cuerpo sin dejar espacio libre donde apuñalarlo; los traidores dejaron las espadas clavadas en el cuerpo de Sealthiel y se alejaron guardando su distancia. El ángel no pudo pronunciar una sola palabra, había llegado a su fin, cayó de rodillas mientras intentaba llegar a su Señor alzando su mano en dirección a él. No tardó mucho en desaparecer.

—Hasta donde ha llegado tu ego. ¿Te crees lo demasiado importante como para quedarte sin hacer nada mientras tus ángeles morían frente a ti? —Lucifer se acercaba lentamente a Dios, mientras mostraba sus afiladas garras de color negro, la herida causada por Zophiel lo había debilitado en gran medida.

—No entiendes nada. ¿No sabes lo peligroso que sería para todos si hiciera uso de mis poderes? La última vez que utilice mis poderes para una batalla casi desaparece todo, el poder de una sola entidad creadora  es lo suficientemente poderosa como para borrar este universo.

—Si eso crees, entonces acepta tu destino y cierra los ojos, es hora de que tomé tu lugar en el trono. —La misma sonrisa burlona de siempre se dibuja en el rostro de Lucifer.

—Lamentablemente para ti no puedo hacerlo, prefiero que todos desaparezcamos a dejarte gobernar un mundo guiado por tu régimen.

—Sabía que no me dejarías tomar tu puesto tan fácil. Espere tanto este moment…

Tomando por sorpresa a todos Zophiel regresa al templo, toma del piso su lanza y la utiliza para asestar varios golpes y, a su vez causar cientos de heridas a Lucifer; seguidamente utiliza el otro extremo de su lanza, para arrojarlo contra los últimos muros que mantenían en pie la estructura. El templo se desploma rápidamente, el ángel guardián hace destellar su anillo mientras entierra su lanza en el piso creado grietas por todos lados.

— ¡Si no podemos contigo entonces te sellaremos en el infierno maldito traidor! —Su anillo ahora genera suficiente luz comparado con mil soles, ciega a todos en el lugar. Nadie, ni siquiera Dios observo lo que sucedía en ese momento, excepto Zophiel.

Miles de sombras con formas de manos salen de las grietas en el piso, capturan a todos los traidores y seguidores de Lucifer, los arrastran junto a su líder a la oscuridad, al  infierno; donde serán condenados toda la eternidad a vivir sin la gracias de Dios. Sin importar cuanto intentaran escaparse de aquellas sombras, les era imposible, esto era la señal que daba paso al final de la guerra.

—Gracias por confiar en nosotros mi Señor. —Esas fueron las últimas palabras, antes de su desaparición; de esta forma logró huir, fingiendo su muerte frente a Dios.

La luz creada por el anillo de luz desapareció, dejando solo al Todopoderoso en esas ruinas que anteriormente era el templo de su trono. Todos los ángeles guardianes y aquellos que habían sido entrenados para batallar desaparecieron, tendría que volver a empezar desde cero con los ángeles sobrevivientes, aquellos que nunca antes han sostenido una espada.



Isla Poveglia, Italia.
26 de diciembre del 2026. 3:12 am

Marianne despierta asustada de su trance, han transcurrido solo unos minutos desde que uso su magia para averiguar el origen de estos cráneos, su rostro estaba pálido, mostraba signos de cansancio; miedo y sorpresa a la vez. Había visto algo que cambio su perspectiva, o al menos le han abierto los ojos.

— ¿Qué sucedió? ¿Viste algo? —Beowulf la miraba detenidamente, esperando a que pudiera pronunciar alguna palabra.

—Esto está mal, sé muy bien de quienes son esos cráneos. Me permitieron ver a través de ellos. —La mujer respiraba a un ritmo acelerado.

La puerta de la habitación fue azotada contra la pared, los fantasmas del lugar parecían estar interesados por las palabras de la bruja, querían escuchar todo con respecto a esos cráneos de cristal.

— ¿Qué quieres decir con eso? —Un escalofrió recorrió el cuerpo del jugador, esto no iba a ser agradable de escuchar, estaba seguro de ello.

—Los dueños de estos cráneos son los siete guardianes de Dios. —Hizo una pausa para observar detenidamente los ojos de Beowulf que no parecía sorprendido. —Además, también poseían unos anillos parecidos a los de ustedes. Todo esto fue extraño, observe la guerra del génesis, la misma que está narrada en los escritos que encontramos en el templo.

El ambiente quedo en silencio, los espíritus en la habitación no hicieron movimiento alguno esperando a que la conversación continuara su curso. El viento soplaba suavemente a través de la ventana, era un viento frio que pegaba bastante bien con la situación actual. Beowulf no parecía impactado por la noticia, lo cual resultaba bastante sospechoso para la bruja que esperaba aún más de él.

—No pareces sorprendido. ¿Lo sabias? —Marianne continuaba observándolo.

—Estoy al tanto de los anillos de luz, no lo ocultare. —Una gota de sudor bajo por su frente a pesar del frio que hacía en el lugar.

—No me refiero solo a los anillos… —Prometió que no habría secretos, ahora debe cumplir.

Dejo salir un suspiro, no tenía como evadir el tema después de todo ahora son compañeros en este juego, y tras ver como utilizó sus poderes para examinar los cráneos, era obvio que la necesita de su lado; para eso debe ser sincero con ella.

—Me imaginaba que los cráneos eran de los siete guardianes de Dios, no hay que ser muy listos para darse cuenta de esto. Conforme iba a través del mundo buscando los tesoros divinos, me encontraba con ciertos escritos esparcido en cuevas y lugares alejados de la humanidad. En ese momento leí sobre aquellos ángeles que sacrificaron sus vidas por el futuro del mundo como lo conocemos en la actualidad. —Hizo una pausa, tomó aire e intento no mirarla a los ojos. —También hablaban sobre los rastros que dejaron aquellos seres. A pesar que su cuerpo desaparecía, dejaban atrás un cráneo de cristal junto con su respectivo anillo de luz. Esto me hizo replantearme todo de una manera diferente, mi curiosidad por saber la verdad no tuvo limites; me puse en marcha en la búsqueda de los cráneos de cristal hasta llegar a tu organización, la cual había robado los cráneos del museo donde los resguardaban.

—Y al final te hicimos las cosas más fáciles cuando el señor Ian nos ordenó deshacernos de ellos, tras ver que no nos serian de utilidad. —Continuaba mirándolo.

—Así es, gracias a ustedes no tuve que mancharme las manos para conseguirlos. Ahora solo necesitaba a la persona adecuada para que me ayudara a descifrar lo que ocultaban estos cráneos. —Beowulf miró nuevamente a la bruja, dejo ver aquel rostro ya maltratado por el tiempo producto de su tesoro divino; su mirada gritaba por el perdón. —La única manera de averiguar los secretos que ocultaban no yacían en la ciencia, sino más bien en la magia.

En ese momento Marianne comprendió todo, su encuentro con él fue obra de un elaborado plan para su conveniencia. Jugó con ella desde un principio con la excusa de que podría defender a su amado si aceptase. Todo lo que hizo desde el principio, fue cuidadosamente planeado para poder llegar a este momento, estaba furiosa.

— ¡Tú me utilizaste! —Las runas en sus manos aparecieron nuevamente.

—Sí, lo hice, necesitaba tu ayuda para descifrar todo esto. Encontré rastros de un espíritu poderoso, pero para mí mala suerte descubrí que dicho poder estaba celosamente resguardado en las venas de una familia en específico. —Suspiro un poco intentando tomar coraje para enfrentarla si era necesario, ya ha llegado lejos y no se arrepiente de ello. —No entrare en detalles con esto, simplemente mi investigación me llevo a ti e hice lo que tenía que hacer para que aceptaras tu legado. —Un destello apareció en su mano derecha acompañado de su espada. Estaba preparado para lo que fuera. —No estaba en mis planes la muerte de Ian, lamento que no pudiéramos hacer nada para rescatarlo, pero respetare su último deseo si me lo permites. Enserio lamento haberte usado de esta manera, pero mira el lado positivo, gracias a eso ahora podrás usar tus poderes para evitar que millones de personas sufran lo mismo que tu; la perdida de sus seres queridos.

Las runas desaparecieron, ella no esperaba esas palabras, estaba segura que en cualquier momento pediría perdón por sus acciones e intentaría cambiar sus palabras por otras que fueran más favorecedoras para él. Sin embargo no lo hizo en ningún momento, dijo la verdad, todo lo que estaba pensando salió de su mente a través de su boca sin problema alguno. Esta vez fue sincero. Marianne trago saliva, intento tranquilizarse, después de todo ahora ya estaba hecho, no importaba lo que hiciera; Ian estaba muerto y no podía hacer nada al respecto.

La débil luz de luna aun brillaba a través de la ventana, alumbrando débilmente la habitación; gracias a ello Beowulf no logró observar aquella sonrisa de felicidad que se dibuja en el rostro de la bruja, estaba feliz en cierta manera, nunca nadie había sido totalmente sincera con ella, ni siquiera Ian. A pesar de que fue utilizada para los planes egoístas del jugador uno, continuaba con esa sonrisa en su rostro; tal como había dicho Beowulf ahora tiene magia lo suficientemente poderosa como para proteger a las personas. La muerte de su amado no será en vano, esta es la oportunidad perfecta para guiar a la organización por el mismo camino en el que fue fundada en primer lugar antes de la llegada de Ian; proteger a las personas necesitadas de los sucesos apocalípticos.

—Ya todo está hecho, creo que ya no importa más el pasado. —Dijo Marianne mientras se limpiaba el polvo de su vestimenta.

—Me alegra que resolviéramos las cosas de forma pacífica. —La espada desapareció de sus manos mientras se observaba como la tensión se despejaba del ambiente. —Ahora que conocemos los dueños de estos cráneos de cristal debemos marcharnos, es hora de que vayamos a nuestro próximo destino.

—De hecho solo seis cráneos son reales. —Guardo silencio mientras observaba el cambio radical en el rostro de Beowulf.

— ¿Qué has dicho? —Estaba sorprendido, esto no lo vio venir en ningún momento.

—Puf… déjame resumo todo lo que he descubierto para ti. —Chocaron miradas. —Cuando observaba la guerra a través de estos cráneos logré percatarme que uno de estos cráneos es falso, para nuestra mala suerte no sé de quién es el cráneo faltante. —Extendió su mano en dirección a Beowulf mientras levantaba dos dedos. —Segundo, descubrí cuan poderoso puede llegar a ser Dios si pelea seriamente, a su vez descubrí el origen de su poder, la corona espectral o mejor dicho el primer tesoro.

— ¿Qué?… ¿Qué me estas contando? Imposible, si uno de estos cráneos es falso. ¿Dónde está el verdadero? —Nuevamente el escalofrió recorrió su cuerpo. — ¡Es imposible! Los tesoros divinos fueron creados tiempo después como símbolo de paz por Dios y Satán.

—No sé dónde haz sacado eso último, pero me temo que es imposible, vi la guerra gracias a mis poderes y claramente escuche confirmarlo por Dios en persona. —Miró fijamente a Beowulf, no pestañeo, intentaba hacer que creyera en ella así como ahora confiaba en él.

Hubo un silencio incomodo que se extendió por varios segundos, mientras se desataba una guerra dentro de la cabeza de Beowulf; después de pensar detenidamente todo lo averiguado hasta el momento, llego a una conclusión. Dios oculta mucho más de lo que aparenta, necesita dirigirse en este momento hacia la isla celestial y hablar directamente con él.

—Confiare en lo que dices, no tengo porque dudar de ti. —Nuevamente se colocó su capucha y se dirigió al pasillo para salir de este lugar lo más pronto posible. —Debemos irnos, necesito aclarar algunos asuntos con alguien.

La bruja no dijo más, tomó la bola de cristal que contenía las cenizas de Ian y camino unos cuantos pasos atrás del jugador, en estos momentos parecía molesto, no quería enojarlo más de lo que parecía estarlo.

Marianne permaneció en callada hasta llegar afuera del edificio observando cuan silencioso estaba en lugar en comparación a cuando llegaron, los espíritus guardaban sigilo mientras observaban cada paso que ellos daban.

Por fin han salido al aire libre, el encapuchado estaba apurado. Antes de que Beowulf pudiera decir algo, ella interrumpe este incomodo momento para dar a conocer algo que ha estado rondando en su cabeza durante algunas horas.

—Sabes, antes de que nos marchemos quisiera ir a la orilla de la isla. —Miró aquel cielo nublado e inaccesible para ver estrellas. —Pienso que esta isla es el lugar indicado para arrojar las cenizas de Ian. Tú sabes, después de todo, sus últimos años en la tierra se la paso con la compañía de un demonio.

Beowulf guardo silencio, se limitó únicamente a asentir con la cabeza indicándole su aprobación. Si lo piensan más detenidamente, Marianne tiene toda la razón, Ian estaría furioso si hubieran sido esparcidas sus cenizas en un lugar común y corriente. Al menos en el mar podrá viajar por todo el mundo, y su punto de partida seria el indicado para un jugador de este maldito juego.



Tras algunos minutos caminando hasta la orilla de la isla lograron llegar por fin, justo a tiempo; el frio era peor mientras más se acercaban al mar. Marianne observo lo pacifica que estaba el agua a estas horas, si este lugar no estuviera lleno de espíritus podría ser un hermoso sitio para visitar.

—Debemos darnos prisa. —Dijo Beowulf mientras aparecía su espada.

Marianne no contesto, estaba en un momento delicado, estaba a punto de hacer algo que no creyó que sucedería tan pronto, la despedida definitiva de su amado Ian no era algo que esperaba tener de una manera tan inoportuna. Respiro profundamente intentando no llorar, un nudo en la garganta se creó en ella, mientras abrazaba fuertemente la bola de cristal. No podía dejar de pensar que hubiera sucedido si se hubieran conocido en otras circunstancias, en otra vida lejos de estos problemas. ¿Hubieran tenido familia? ¿Adorables hijos y una casa alejados de la ciudad? Es cliché, estaba consciente de ello, pero no importaba en absoluto porque ella lo deseaba con tantas fuerzas que no le importaba nada más.

—Te amare y seguiré amándote hasta el día que mi cuerpo y mente se conviertan en nada…  Adiós Ian. —Estas fueron las últimas palabras para su amado, sus lágrimas cayeron sin que ella pudiera hacer algo al respecto.

Dejo caer la bola de cristal al mar donde inmediatamente se derritió al contacto con el agua dejando libre las cenizas del jugador cuatro, las cuales se esparcieron por todos lados, ahora por fin había terminado, era uno con él mar. Todo lo hecho en vida había dejado huellas, para bien o para mal, contribuyo en el acto final que aterrorizara mundo.

—Sé que es mal momento, pero creo que debemos marcharnos en este momento. —Beowulf intentaba ocultar su rostro, necesitaba hablar con Dios de inmediato.

—Sí, creo que tienes razón. —Marianne limpió sus lágrimas.

Un estruendo en el cielo hizo retumbar la isla, dicho sonido fue escuchado por todo el mundo. Ambos dirigieron sus miradas al cielo sin perder ni un segundo, para su sorpresa el cielo había desaparecido; dejando en su lugar una extraña y muy escalofriante vista.

— ¿Qué está sucediendo? —Marianne hizo aparecer sus runas esperando lo peor.

Era como ver directamente al espacio. ¿Otro planeta? No, esto definitivamente no era otro planeta. Ese lugar que se observaba en donde antes se encontraba el cielo definitivamente era la tierra, no había duda. Sin embargo había algo peculiar en ella; se podían observar todos los continentes inundados por lava, cráteres gigantescos, la inexistente agua en los océanos, era una gran roca sin vida. Nada de esto tiene sentido.

¡Iré por ti! ¡No importa cuánto tiempo me demore, prometo que llegare!

Una voz hace estruendo en el mundo, parecía desesperado, exhausto e irritado, algo malo está a punto de suceder. Para ambos aquella voz les era muy familiar, tanto que empezaban a pensar que era parte de su imaginación. Se limitaron a intercambiar miradas.

Un último Estruendo se escuchó proveniente de esa imagen tan desfavorecedora  de la tierra, seguido la explosión de aquella réplica exacta de la tierra; fue imposible seguir mirando hacia arriba, genero tanta luz como si se tratase de mil soles. El cielo apareció nuevamente como si no hubiera ocurrido nada, esto no tenía explicación alguna. ¿Anthony estaba detrás de todo esto? Si es verdad que todo es parte del plan maligno del jugador dos, entonces ahora tenía un motivo más para ir a la isla celestial.



Estados unidos, Manhattan.
26 de abril del 2019, 9:15 pm

Han pasado tres días desde aquel extraño acontecimiento, en el que por unos instantes sintió pavor con solo imaginarse lo terrible que hubiera sido perder el control entre medio de todas esas personas; la ciudad hubiera sido un caos y, en el peor de los casos Manhattan hubiera desaparecido del mapa.

Ahora Dimitri tiene una justificación para continuar con su rutina e ir de ciudad en ciudad intentando distanciarse del mundo. Cada vez que encontraba alguien con quien entablar amistad, era la pauta perfecta para huir del lugar, no era algo que él deseaba porque después de todo, ¿Quién desea una vida solitaria? Pero las palabras de Anthony antes de morir fueron muy exactas y si la única manera para mantener bajo control a su demonio interno era alejándose de todo sentimiento, entonces lo debe hacer.

Esta noche el cielo estaba despejado, la luna y las estrellas alumbraban la ciudad; una noche perfecta para sentarse a contemplar la maravillosa vista. Lastimosamente para el joven Dimitri esto no era relevante, en esta noche solo tenía un pensamiento en su mente, alejarse de la ciudad. Ha pasado mucho tiempo en el mismo lugar, algunas personas comienzan a identificarlo e incluso algunas han intentado ayudarle; necesitaba volver a empezar desde cero.

Su destino esta vez seria Brooklyn, quizás decida quedarse un par de días mientras consigue dinero extra para autobús y comida. Estaba consiente que esa ciudad no era segura para un adolecente como él, pero aun así se mantenía despreocupado con la excusa de siempre. ¿Cómo podría empeorar mi vida?

A pesar que el cielo estuviera despejado e iluminado, vientos fríos atravesaban Manhattan, a Dimitri parecía no importarle. Sin esperar ni un día más comenzó a moverse con nada más que un suéter viejo y desgastado, jeans rotos y zapatos casi inservibles. ¿Su destino? Incierto, solo estaba seguro de que será Brooklyn, luego será como todos los días; buscar un callejón donde dormir.

Su viaje lo ha llevado al puente que conecta a Manhattan con Brooklyn, un largo camino para aquellos que lo atraviesan a pie. El frio azotaba el lugar a medida avanzaba por la estructura metálica, los autos pasaban de un lado a otro alumbrando el camino. Dimitri comenzaba a sentir como su cuerpo se entumecía, su estómago hacia sonidos extraños, aunque esto era completamente normal; su última comida fue ayer al mediodía.

Han transcurrido unos minutos desde que entro en el puente, por fin a llegado a la mitad del camino, por lo general no se tardarían mucho tiempo en cruzarlo a pie; pero con sus fuerzas no tienen suficiente energía como para apresurar su paso. Por unos segundos paso por su cabeza tirarse al piso y dormir para recuperar fuerzas, ya después resolvería los problemas que esto le causara.

— ¿Qué hace alguien tan joven a estas horas fuera de casa?

Dimitri observa frente a él a una joven de tez morena, ojos café claro; que vestía una chaqueta de color azul, una camisa blanca que dejaba al descubierto el ombligo, pantalón negro y zapatillas color crema. Estaba sentada en el borde del puente, fumando un cigarrillo; estaba en silencio viendo al horizonte, por esa razón había pasado inadvertida a los ojos del joven. La apariencia de la extraña indicaba que tenía unos dieciocho o veinte años, no más.

—Lo mismo digo. —Dimitri se acercó unos pasos.

La joven tenía una mirada peculiar, la cual resultaba muy familiar para él; es la misma mirada que observa en él cada vez que observa su reflejo, aquella que grita en silencio por ayuda, por amor y a la misma vez refleja un pasado lleno de heridas.

—Ven, siéntate conmigo. Te vez exhausto. —La joven lo observa unos segundos hasta que su petición fue cumplida.

El piso estaba frio, el viento golpeaba de frente sus rostros mientras observaban el agua correr bajo sus pies.

—Entonces, ¿me dirás que haces solo a estas horas? —La joven colocó el cigarro en su boca una vez más mientras dejaba que el humo llenara sus pulmones antes de expulsarlo.

Dimitri jamás solía hablar con las personas sin que fuera necesario, pero en este momento le pareció una buena idea entablar una conversación con alguien para variar, eso sería perfecto para distraer su mente y olvidarse del hambre.

—Me dirijo a Brooklyn. —Dirigió su mirada hacia el cielo.

— ¿A estas horas? ¿Escapaste de casa? —Lo observó detenidamente.

—No, las persona como yo no puede escapar de casa sin tener una. —le sonrió mientras sus ojos rojos eran iluminados por la luz de luna.

Miró sorprendida a Dimitri, hasta este momento no se había percatado de sus ojos y cabello. Fumó de su cigarrillo una última vez antes de tirarlo al agua.

—Tienes suerte, yo nací en una familia con suficiente dinero como para comprar sirvientes que defequen por nosotros. —Saco de su chaqueta otro cigarrillo. —Lo sé, es una estupidez lo que dije, pero sabes a lo que me refiero. —Colocó en su boca el cigarro mientras intentaba encenderlo con los cerillos que guardaba en la bolsa de su pantalón. —Mis padres jamás tuvieron el tiempo suficiente para cuidar de mí y mi hermano. Teníamos una enorme mansión llena de sirvientes a nuestra disposición, pero al final los niños se dan cuenta que no todo en esta vida es lujo. Hay ocasiones en que solo necesitan una palmadita en la espalda y que te digan “Te amo” —Era muy evidente cuanto se le dificultaba hablar del tema. —Lo único bueno que hicieron mis padres fue engendrar a mi hermano, ¿sabes lo difícil que hubiera sido mi vida sin él?

— ¿Por qué me cuentas todo esto? —Dimitri estaba intentando permanecer ajeno a la conversación, pero aquellas últimas palabras tocaron lo más profundo de si, estaba de acuerdo con ella.

—Por qué deseo desahogarme con alguien aunque sea una última vez. —Sus lágrimas por fin fueron derramadas. —Quiero desahogarme y decirle al mundo sobre los idiotas que se hacían llamar mis padres. Porque nada de esto hubiera sucedido si ellos hubieran estado con nosotros durante nuestra niñez y adolescencia. —Se puso de pie mientras continuaba hablando. —Si esos malditos idiotas hubieran detenido a Bran antes que se desviara por completo del camino, entonces… —Rompió en llanto, arrojo el cigarro al agua mientras luchaba por continuar hablando. —Entonces el seguiría conmigo y yo no estaría aquí si tan solo esos malditos hubieran intervenido. ¿Sabes lo que me dijeron cuando quise pedirles su ayuda?

No tenía la menor idea de que contestar, estaba inmutado ante todo esto. Estaba sorprendido al encontrar a alguien más que quizás pueda entender todo aquello por lo que una vez paso, por los traumas que recorren sus pesadillas cada noche.

—“No puedo lidiar con pequeñeces en estos momentos, tenemos cosas más importantes que necesitan nuestra atención” —Continuó. —Bran siempre ignoraba todo intento de ayuda de mi parte, sus últimos años consistían en drogarse cada noche con sus malditos amigos, poco a poco fue probando sustancias más poderosas que saciaran su necesidad. —Se acercó lo más que pudo al borde. —Un día llegue de estudiar, me dirigí directo a su habitación para asegurarme de que hubiera llegado a casa, no lo veía desde hace más de dos días. Ahí estaba, con una jeringa en su brazo, frio, babeando con la boca abierta; sin vida.

Dimitri se puso de pie al ver como la joven arriesgaba su vida, estaba totalmente de acuerdo con ella, sus padres son la peor escoria que existe; después de todo él también tenía como madre a una basura de persona, se sentía identificado.

—No sé qué decir, lo lamento. —La miró directamente a esos ojos vacíos y sin luz.

—Es lo que todo el mundo dice, lo lamento. Nadie en realidad puede decirme algo porque en realidad no comprenden por lo que he pasado.

—Frustración, rabia, desprecio y a la misma vez auto-odio al no poder hacer algo para cambiar la situación. Me refiero, a que nada de lo que diga puede cambiar tu vida, sé muy bien que simplemente deseas despertar de esta horrible pesadilla y que tu hermano este a lado tuyo con una enorme sonrisa mientras escuchas “Tranquilo, todo ha sido un sueño” —El viento soplaba con más intensidad, ambos intercambiaron miradas. Todo lo que debían decir ya no era necesario, el silencio lo decía todo.

Tras varios minutos en silencio mirándose el uno al otro comprendieron que todos aquellos sentimientos que no los dejaban dormir por las noches alguien más lo entendía, quizás en este mundo existan personas con problemas similares, donde su vida fue arruinada por personas egoístas.

 —Gracias por escucharme. Quizás fue el destino encontrarnos o quizás solo fue una ironía de la vida. —Le regala una sonrisa cálida.

—Descuida, normalmente no hablo con las personas, pero me alegra haberlo hecho en esta ocasión, pero…—A pesar de verla sonreír existía algo en su interior que lo inquietaba. — ¿Por qué ironía?

La joven mujer giro hacia él mientras continuaba sonriéndole con lágrimas en los ojos, tomó de su bolsillo una pulsera y sin más se la entregó. Sostuvo su mano derecha por varios segundos, dejó al silencio hablar por ella.

— ¿Por qué me entregas esto? —Dimitri empezaba a sentir como su corazón se aceleraba, su cuerpo aumentaba su temperatura corporal, la cabeza daba vueltas. Intenta hacer ejercicios de respiración, necesitaba calmarse antes que algo desastroso ocurriese.

Separaron sus manos de inmediato, su conversación parecía llegar a su final. Los ojos rojos dirigieron su atención al regalo de la joven.

—Memento Mori, está escrito en latín y significa Tu también morirás. Estaba entre las cosas de mi hermano, no tengo idea de donde lo consiguió, pero fue perfecto para mí, me sirvió como advertencia para alejarme de mi familia. —Colocó su mano derecha sobre la cabeza de Dimitri mientras secaba sus lágrimas con la otra. —Nada malo sucederá si te abres a las personas, todo el mundo necesita alguien que lo escuche y comprenda. ¿No?

La cabeza del joven de ojos rojos daba vueltas dificultándole concentrarse e incluso mantenerse de pie, necesitaba alejarse de ella antes que saliera lastimada.

—Existe un motivo que explica porque prefiero mantener distancia con las personas.

—El demonio… —Dijo sin más.

— ¿Demonio? —Estaba nervioso, ella lo sabía, pero ¿Cómo?

Respiro profundamente, dirigió su mirada hacia la luna e intento no mirarlo.

—Sí, todo el mundo tiene demonios que nos susurran en los momentos donde no existe salida, guiándonos a la salida fácil. Es importante que nunca hagas caso a esas voces en tu cabeza, te recomiendo que encuentres a las personas que te hagan sentir que cada día vale la pena y, si ya los tienes entonces regresa con ellos.

—Buen consejo, pero que sucede si con solo tu presencia los expones al peligro. ¿También debo ir con ellos? —La conversación había durado más de lo que esperaba y por alguna razón escuchar la respuesta de la joven extraña lo llenaba de curiosidad.

—Si ellos son los correctos entonces no les importara. —Dejo salir una risa nerviosa. —No quiero que termines como yo, con dos empleos mal pagados que apenas te permiten pagar un horrible apartamento en el barrio más bajo de Brooklyn. ¿Y porque? Simple, hui de casa y de esos malditos que lo único que hicieron fue mandar rosas al funeral de su hijo. —Dio la espalda al rio que atravesaba el puente. —Creo que te he entretenido mucho tiempo, gracias por escuchar todas mis quejas; fuiste el compañero perfecto para desahogarme. —Extendió sus brazos a cada lado. —Por cierto mi nombre es Fay.

Esas fueron sus últimas palabras antes lanzarse del puente con una enorme sonrisa en el rostro, no parecía triste en lo absoluta, todo este tiempo estaba desahogándose y a su vez armándose de valor para desaparecer entre medio de la fría agua del rio.

El latido en el corazón de Dimitri había llegado hasta el punto de creer que explotaría en cientos de pedazos, no podía creer esto que ha pasado frente a sus ojos, aquella joven con la que tanto se sintió identificado tomó el camino fácil.

No lo pensó, todo fue por instinto, se lanzó del puente junto a ella intentando salvarla de la muerte que seguramente había llegado para ambos. Su cuerpo parecía derretirse por dentro, y aunque no estaba seguro si funcionaria fue la mejor opción; morir por el impacto y frenar el posible despertar de su demonio o rescatar a Fay de su acto de suicidio.

— ¡Vamos, funciona! —Su cuerpo comenzó a emitir vapor por todos lados hasta que las llamas cubrieron su cuerpo. Logró llegar a ella segundos antes del impacto, la abrazo lo más fuerte que puedo intentando colocar su cuerpo como almohada e intentar reducir el choque.

— ¿Qué eres? ¡No te pedí ayuda, por favor déjame morir! —Fay intentaba soltarse de sus brazos, pero poseía tanta fuerza que le fue imposible hacer algo al respecto.

—No dejare que mueras, aunque tenga que pasar mi vida contigo no dejare que te rindas, no después de conocerte.

Fay guardo silencio ante las palabras de Dimitri, cerró los ojos y espero a ver como terminaba está loca y fantástica historia que jamás creyó presenciar.

El sonido de dos cuerpos impactante contra el rio y el de huesos quebrarse es opacado por el ruido de los automóviles que atravesaban el puente, nadie se percató de su acto suicida, no había quien los ayudara.



Alemania, escondite de la organización.
26 de diciembre del 2026, 5:10 am

Han aparecido en la habitación de la bruja donde fue su primer encuentro. Beowulf se mostraba preocupado ante ese extraño suceso en el cielo, donde se puso en duda el verdadero plan de Anthony, no hay tiempo que perder en estos momentos. Tiene un plan de prevención, pero necesita la cooperación de Marianne y de toda la organización.

—Pensé que necesitabas hablar con alguien, ¿él está aquí? —Marianne estaba confundida al ver su habitación, de todos los lugares en los que había pensado, este era el único sitio que jamás paso por su mente.

—Eso tendrá que esperar, primero necesito que hagas algo por mí. —Se quitó su capucha de inmediato, acto seguido la arrojó sobre la cama.

— ¿Qué necesitas? —Toma asiento a un lado de la cama para recuperar un poco las energías.

—Sé que esto puede sonar extraño, pero necesito que reúnas a todas las personas que forman parte de la organización; es algo de vida o muerte. —La mira fijamente a los ojos. —Anúnciales de antemano que Ian murió y que es de total importancia que asistan todos, no debe haber margen de error.

El rostro cansado de Beowulf permanecía con total seriedad, hablaba muy seguro de su plan, quizás él ha visto algo que no se percató en ese instante Marianne. No necesita saber más sobre esto, ahora son compañeros en este juego y debe confiar plenamente en el plan.

—Está bien, necesitare un par de horas para reunirlos a todos. —Se levantó de la cama e inmediato se dirigió a la puerta. —No sé cómo explicare mi desaparición y la muerte de Ian, esto será divertido. —Sonrió.

—Antes que te marches necesito un favor más. —Le devolvió la sonrisa.

La bruja guardo silencio por unos instantes, tenía la mano puesta en el pomo de la puerta casi preparada para girarlo. —Puedo escucharte. —Se acercan pasos a toda prisa dirigiéndose a la puerta, algunos miembros escucharon sus voces y vienen a investigar.

—No quiero le digas a nadie nada acerca mí, mantén en secreto mi identidad hasta que todos estén reunidos.

— ¿Crees que pensaran que lo asesinamos para tomar el control de la organización? —Su tono de voz era un poco irónico.

—Me has leído la mente.

Se escuchó reír al jugador mientras los pasos cada vez estaban más cerca, estaban quedándose sin tiempo; Marianne necesitara explicarles todo lo ocurrido, sin embargo el reloj no estaba de su lado, nadie sabe el momento exacto en el cual Anthony comenzara con la batalla final.

—Se acercan, ocúltate. —Deja salir un suspiro. —Esto será una molestia.

Toma la capucha de la cama y casi instantáneamente su espada aparece en su mano derecha; la habitación se ilumina gracias al destello que genera el arma. —No te preocupes por mí, necesito hablar con alguien no tardare. Confió en que logres reunirlos a todos. —La repentina luz en la habitación alerto aún más a todos los que se acercaban a la habitación.

—Regresa antes de ocho de la mañana, esa será la hora de la convocación. —Marianne da media vuelta y observa como su compañero desaparece.

La puerta de la habitación se abre bruscamente tomando por sorpresa a todos los miembros de la organización que observaron el regreso de Marianne. La bruja voltea a ellos para que observen e identifiquen que realmente ha vuelto, con un color de ojos y cabello diferentes, pero al fin de cuentas era la misma persona.

Hay un silencio fúnebre durante un par de segundos, mientras procesaban el hecho de que Marianne haya aparecido de la nada frente a ellos, después de todo aun había grupos de búsqueda con el único objetivo de traerla de vuelta; antes que Ian regresara.

—Señorita Marianne, por fin ha vuelto.

Uno de los miembros rompió el silencio e inmediatamente hizo reverencia para mostrar el respeto que se merece como pieza importante en la organización. Uno por uno se le fue uniendo a la reverencia, hasta que todos los que habían llegado estaban inclinados ante ella.



Isla Celestial.
26 de diciembre del 2026, 5:40 am

El jugador uno ha llegado por fin a la isla, donde resolvería muchas dudas que lo consumían, aunque tenía claro que las probabilidades de éxito no serían altas. ¿Dios estaría dispuesto a hablar? No hay forma de regresar atrás, ha estado buscando respuestas todo este tiempo y finalmente ha llegado el momento, fallar no era una opción.

—Aunque confrontes al anciano, ¿enserio crees que diga la verdad? —Abbadon permanecía en silencio la mayor parte del tiempo, como era típico de los cinco demonios en este juego; ellos solo se limitaban a espetar en silencio. Sin embargo, a juzgar por su tono de voz, parecía interesado en el tema.

La brisa soplaba fuertemente las palmeras de la playa, en el horizonte se observaba como el sol empezaba a dar señales de su pronta aparición. La isla parecía estar vacía, no había sonido ajeno al de la naturaleza por los alrededores.

—No tengo idea, quizás nos mienta o quizás no. —Sus ojos se movían curiosos de un lado a otro intentando buscar al anciano, conforme avanzaba hacia la cabaña se hacía cada vez más evidente que la isla estaba vacía.

—Nunca he sido admirador del anciano, pero me pareció divertido ver como se desenvolvía tu papel en el juego. —La risa de Abbadon resonó en la cabeza del jugador. —Solo tengo un consejo. —Hubo un silencio repentino. —No confíes ciegamente en él.

La conversación término después de aquellas palabras, había llegado a la cabaña y como era de esperarse todo permanecía en silencio. Nadie estaba dentro, esto era bastante sospechoso, siempre que necesitaba contactarse con él solo llegaba a la isla;  ahí estaba.

Un ruido se escucha proveniente del bosque, se escuchan crujir las hojas en el suelo y pisadas ligeras acercándose a ellos. Beowulf dejó caer la capucha en la arena mientras sostenía su espada con ambas manos preparándose para atacar si fuera necesario.

— ¡Revélate! —Beowulf no ha dormido en mucho tiempo, la fatiga se nota en su cuerpo. La espada comienza a tambalearse.

— ¿Qué hace un jugador maldito en este lugar? —Un ángel aparece entre el bosque, sus alas brillaban con una luz dorada.

Docenas de pasos son escuchados saliendo del bosque, eran más ángeles que salían uno detrás de otro y, a sus espaldas se encontraban más de estos seres celestes volando; con sus enormes alas blancas, armados con espadas y escudos plateados. Estaban rodeando al jugador, que sin oportunidad alguna para escapar decide desaparecer su espada, evitando malentendidos que inicien una batalla que no podría ganar.

— ¿Quién eres? —Beowulf estaba acorralado, sabía que sin Dios que lo pudiera ayudar estaba acabado. Intenta mantener la calma y no mostrar el terror que invadía su cuerpo.

Los ángeles que se encontraban flotando alrededor de Beowulf descendieron a la tierra evitando brindarle vías de escape. El primer ángel que hizo su aparición  frente al jugador, se acercó sin temor alguno y, sin perder el tiempo lo estudio con la mirada de arriba hacia abajo. En el rostro de todos los seres celestes se podía leer la misma pregunta. ¿Qué hace un jugador maldito en tierra santa? Todo parecía indicar  que sus encuentros eran un gran secreto para todos, los únicos en conocer acerca de esto son Yerathel y el mismo Dios.

—No estás en posición de preguntar nada. —La mirada del ángel era furtiva. — ¿Dime que hace un humano maldecido por el señor de las tinieblas en un lugar como este?

Los ángeles esperaban la señal para blandir sus armas en contra de Beowulf, no estaban dispuestos a dejarlo escapar. Para ellos poder ponerle fin a la vida de un jugador sería un gran logro.

—Bajen sus armas, lo diré…  —No jugaría con ellos, tal como dijo el ángel, no estaba en posición de nada. —Solo bajen sus armas, no vengo a luchar. Vengo por Dios.

La risa de Abbadon retumba dentro de Beowulf. —Debes pensar bien tus palabras antes de soltarlas, esto solo te ha traído más problemas.

Las espadas fueron blandidas en dirección al humano, los nervios traicionaron su oportunidad de salir ileso del lugar. Su demonio no paraba de reír al ver la situación en la que se encontraban. ¿Dónde está Dios ahora que se le necesita?

—No me refiero a eso, es decir, necesito hablar con él. —Beowulf alzo sus manos, las espadas estaban muy cerca.

— ¿Qué asunto tienes con nuestro señor? —En sus ojos claramente se observaba el desprecio que tenía hacia al jugador.

No encontraba la manera correcta de responder a su pregunta, en su mente se formulaban cientos de alternativas para esta encrucijada; todas conducían al fracaso. ¿Quién le creería que ha sido seleccionado por Dios? En su anillo se encontraba uno de los demonios más poderosos al servicio de Satanás, eso no le ayudaba mucho. Nadie creería su historia aunque dijera la verdad.

—No tienes nada que decir, sabía que mentías. —Una sonrisa burlona se muestra en el rostro del ángel. — ¿Últimas palabras?

Un ángel aparece volando en el cielo a toda prisa hacia ellos, venia de la punta de la montaña situada en la isla. Aterriza ágilmente en la tierra, justo al frente del ángel que lideraba a los demás que mantenían rodeado a Beowulf.

— ¡No lo lastimen! —Lanza una mirada severa a todos aquellos que apuntaban su espada al jugador. —Ordénales que bajen su arma de inmediato Gabriel.

Sus palabras son ignoradas, permanecen inmóviles esperando la orden de su líder. Todas las miradas fueron dirigidas al ángel recién llegado.

— ¿Quién te crees que eres para ordenar por encima de mí, Yerathel? —El viento sopla fuertemente la isla, el cielo comenzaba a iluminarse con la salida del sol.  —No te creas tan importante ahora que nuestro señor te ha elegido para una misión importante.

—No tengo derecho, ni el poder para mandar por encima de ti, pero Dios me ha dado la orden de recibir a este humano. —Su mirada no hacía más que retar a Gabriel. —Es necesario que escoltes a este jugador al cielo.

Los ángeles bajaron sus armas y retrocedieron varios pasos atrás de Beowulf, si su señor desea ver al humano, entonces no hay más que discutir. Sin embargo Gabriel permanecía inmóvil, habían herido su ego.

—No me lo creo. —Estaba siendo obstinado, desde que empezó el juego creado por Satanás había sido echado a un lado. — ¿Por qué tendría que creerte? Yo soy el que dirige a todos los ángeles en el cielo. ¿Por qué le daría una misión tan importante que no puede conocer nadie a alguien menos eficiente que yo?

—No es momento para pelear nuevamente, ninguno de nosotros tiene tiempo que perder. Yo debo terminar la misión encargada por nuestro señor, y tú debes ir a la reunión con los otros siete lideres jerárquicos. —Dio la espalda a Gabriel mientras se dirigía a lado de Beowulf.

—No perdonare tu insolencia, cuando todo esto termine regresaras a mis órdenes. No olvidare tu irrespeto hacia mí. —Intentaba relajarse.

—Aceptare el castigo cuando llegue el momento, es mejor que tú lo escoltes Gabriel. Todos en el cielo se sentirán más seguros si eres tú el que lo guía hasta Dios. —Colocó su mano izquierda en el hombro del humano.

El día por fin había llegado, los rayos del sol alumbraron la playa, el bosque y la montaña; el viento agitaba de un lado a otro las hojas de las palmeras y robles. Un silencio incomodo inundo el ambiente, todos esperaban la respuesta del ángel, esperando que no haya más discusiones con respecto al tema.

—Antes de llevarte conmigo necesito que dejes tu anillo en la isla, a donde vamos no lo necesitaras. —Un extraño portal se abrió en el cielo, en su interior brillaba una luz blanca que imposibilitaba ver en su interior. —Entrégaselo a Yerathel.

El jugador no quería levantar malos entendidos con todos los ángeles en el lugar, por suerte Yerathel llegó a su rescate; sin más tiempo que perder entrego el anillo en silencio sin oponerse a la idea.

—Descuida no sucederá nada malo, cuidare del anillo. —Sonrió a Beowulf.

La sonrisa del ángel irrito aún más a Gabriel, que sin más alzo vuelo junto con la mitad de los ángeles en la isla que sin preguntar lo seguían donde fuese. —La mitad de ustedes custodiaran esta isla, la otra mitad acompáñenme. No pierdan de vista al humano. —Dos seres alados tomaron cada brazo de Beowulf y alzaron sus alas para llevarlo junto con ellos. —Te estaremos esperando Yerathel, no llegues tarde a la reunión. —Le dijo sin más antes de atravesar el portal.



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